Año 7 / Número 25 / Marzo 2019
La isla que se repite dos veces
Cumplidos 60 años revolucionarios cubanos, no es sólo este proceso histórico el que sabe evocar Ya tú sabes, sino también las implicancias de la teoría filosófica, histórica y política de la noción de ‘socialismo’. La lectura de este ensayo no reclama ningún saber especializado. Gabriela Esquivada escribió para quienes prefieran pensar y no teman plantearse las preguntas que parecen primitivas o pueriles.
1
Voy a nombrar las cosas, los sonoros
altos que ven el festejar del viento,
los portales profundos, las mamparas
cerradas a la sombra y al silencio.
Y el interior sagrado, la penumbra
que surcan los oficios polvorientos…
Eliseo DIEGO, “Voy a nombrar las cosas…”
Aquí no silba el verso en tierno acoso
que, al fuego de sus limpios ornamentos,
hace danzar las aguas, y los vientos
esparce por el llano sanguinoso
…¿Qué dice el pino
delgado de la noche en sus praderas
tan frías? ¿Muere el son, por hondo y fino?
Samuel FEIJOÓ, “El son”
“Que Cuba era un tremendo tema en sí… una plegaria atendida de esas por las que se derraman más lágrimas que por las no atendidas”
El singular ensayo Ya tú sabes: Expedición al enigma cubano: de La Habana a Miami entre Fidel, Raúl, Obama y Trump pertenece a la escritora y periodista argentina Gabriela Esquivada. De tema y problemática enunciados desde título y subtítulos. Que, debe decirse, provocan expectativa por lo que revelan y por lo que retienen. ¿A qué refiere la expresión coloquial caribeña, cubana, ‘Ya tú sabes’? ¿Cuál es el enigma cifrado al que sigue la expresión de acabada síntesis de un horizonte geopolítico americano enmarcado en la sucesión de nombres propios fácilmente reconocibles?
De manera inmediata, esta doble interrogación se enlaza y entrelaza con la revolución. El primer día de 1959, Fidel Castro Ruiz hizo su entrada en la ciudad de La Habana: llegaba a la capital cubana como reconocido líder de una guerrilla triunfante. Era la hora cero de la Revolución Cubana, cuyo estremecimiento y conmociones se sintieron en el resto del hemisferio, y más allá de las fronteras continentales.
Cumplidos 60 años revolucionarios cubanos, no es sólo este proceso histórico el que sabe evocar Ya tú sabes, sino también, parejamente, las implicancias de la teoría filosófica, histórica y política de la noción de ‘socialismo’. Acontecimiento y doctrina que en su momento y desde entonces nunca acabaron relegados a secundarias periféricas, y la ganada centralidad engendró una literatura tampoco nunca menor.
De todo esto podría, con cierta premura, inferir que se trata de un libro de historia narrativa. O una narrativa histórica. Y no es infrecuente reconocer con sinceridad que el público lee poco, lee cada vez menos libros profesionales de historiadores profesionalizados. Por eso alerta que ahora, después de tanto publicado al respecto, Gabriela Esquivada evoque una inspiración inicial que la ‘obligó’, que la arrojó a la imperiosa necesidad de retomar este tema.
La respuesta de la autora a su tema y problema es vehemente sin ser unívoca. Nunca da por terminada su tarea, por concluyentes sus muchos resultados. Sugiere una convicción, la de que la única manera de aproximarse al conocimiento del pasado es estudiando el presente. Y que la única manera de detectar el quid de ese enigma y acertijo de improbable resolución –y tanto más porque se da por sabido– solo es posible en su misma imposibilidad a través de la decidida, aceptada experiencia de ese presente histórico: “es extraño encontrarse con la historia a cada paso, en el plano cotidiano, pero en Cuba hay que acostumbrarse” (pág. 68).
Voy a nombrar las cosas, los sonoros
altos que ven el festejar del viento,
los portales profundos, las mamparas
cerradas a la sombra y al silencio.
Y el interior sagrado, la penumbra
que surcan los oficios polvorientos…
Eliseo DIEGO, “Voy a nombrar las cosas…”
Aquí no silba el verso en tierno acoso
que, al fuego de sus limpios ornamentos,
hace danzar las aguas, y los vientos
esparce por el llano sanguinoso
…¿Qué dice el pino
delgado de la noche en sus praderas
tan frías? ¿Muere el son, por hondo y fino?
Samuel FEIJOÓ, “El son”
“Que Cuba era un tremendo tema en sí… una plegaria atendida de esas por las que se derraman más lágrimas que por las no atendidas”
El singular ensayo Ya tú sabes: Expedición al enigma cubano: de La Habana a Miami entre Fidel, Raúl, Obama y Trump pertenece a la escritora y periodista argentina Gabriela Esquivada. De tema y problemática enunciados desde título y subtítulos. Que, debe decirse, provocan expectativa por lo que revelan y por lo que retienen. ¿A qué refiere la expresión coloquial caribeña, cubana, ‘Ya tú sabes’? ¿Cuál es el enigma cifrado al que sigue la expresión de acabada síntesis de un horizonte geopolítico americano enmarcado en la sucesión de nombres propios fácilmente reconocibles?
De manera inmediata, esta doble interrogación se enlaza y entrelaza con la revolución. El primer día de 1959, Fidel Castro Ruiz hizo su entrada en la ciudad de La Habana: llegaba a la capital cubana como reconocido líder de una guerrilla triunfante. Era la hora cero de la Revolución Cubana, cuyo estremecimiento y conmociones se sintieron en el resto del hemisferio, y más allá de las fronteras continentales.
Cumplidos 60 años revolucionarios cubanos, no es sólo este proceso histórico el que sabe evocar Ya tú sabes, sino también, parejamente, las implicancias de la teoría filosófica, histórica y política de la noción de ‘socialismo’. Acontecimiento y doctrina que en su momento y desde entonces nunca acabaron relegados a secundarias periféricas, y la ganada centralidad engendró una literatura tampoco nunca menor.
De todo esto podría, con cierta premura, inferir que se trata de un libro de historia narrativa. O una narrativa histórica. Y no es infrecuente reconocer con sinceridad que el público lee poco, lee cada vez menos libros profesionales de historiadores profesionalizados. Por eso alerta que ahora, después de tanto publicado al respecto, Gabriela Esquivada evoque una inspiración inicial que la ‘obligó’, que la arrojó a la imperiosa necesidad de retomar este tema.
La respuesta de la autora a su tema y problema es vehemente sin ser unívoca. Nunca da por terminada su tarea, por concluyentes sus muchos resultados. Sugiere una convicción, la de que la única manera de aproximarse al conocimiento del pasado es estudiando el presente. Y que la única manera de detectar el quid de ese enigma y acertijo de improbable resolución –y tanto más porque se da por sabido– solo es posible en su misma imposibilidad a través de la decidida, aceptada experiencia de ese presente histórico: “es extraño encontrarse con la historia a cada paso, en el plano cotidiano, pero en Cuba hay que acostumbrarse” (pág. 68).
El primer foco del libro, el más inmediato, es la vida cotidiana en la isla post-revolucionaria. ¿Es Ya tú sabes, a la vez, obra de antropología/ etnografía / sociología? Este acercamiento reposa sobre otra convicción, la de que la vida humana ni es esencia ni tampoco el lugar donde se superponen las influencias sociales, sino una relación activa con sus entornos.
Lo que nos lleva a un segundo foco, el ‘escenario’, que se vuelve elegido protagonista. Que adquiere sentido pleno en la minuciosa y ágil descripción del paisaje natural y en la cartografía urbana pública y privada con olores, sus imágenes, sus sonidos, sus palabras (ya tú sabes…).
Como la novela decimonónica de Charles Dickens sobre otra (doble) revolución europea, historia de dos ciudades, una latina y otra anglo, separadas por un canal, esta es también una historia de dos ciudades. Ya no París y Londres, sino La Habana y Miami. La capital cubana en la ínsula y la capital cubana en la península de Florida: dos ciudades separadas por 90 millas en una relación de espejos enfrentados que reproducen las políticas enfrentadas y las familias divididas. Dos ciudades a las que une el cálido clima, el riesgo de huracanes, la vegetación del trópico, la fauna, la playa y el mar. Pero también y principalmente un flujo, el que hizo de Miami capital tierra de promisión para una diáspora cubana que siguió a por la Revolución socialista.
Y aquí, La Habana y Miami, sus fundaciones y mapas urbanos, su crecimiento, migraciones e inmigraciones, políticas de Estado, conspiraciones, subversiones, ayudas y bloqueos internacionales, figuras reconocidas (jefes de Estado, diplomáticos, espías, traficantes, empresarios, artistas, deportistas…). Pacientemente y con respeto va recuperando la autora fuentes documentales de índole diversa (historiografía, ensayos, ficciones, películas, música, archivos, discursos, portales, testimonios…) que ingresan al relato en cuidada, equilibrada selección: es decir, tras un proceso de decantación.
Lo que nos lleva a un segundo foco, el ‘escenario’, que se vuelve elegido protagonista. Que adquiere sentido pleno en la minuciosa y ágil descripción del paisaje natural y en la cartografía urbana pública y privada con olores, sus imágenes, sus sonidos, sus palabras (ya tú sabes…).
Como la novela decimonónica de Charles Dickens sobre otra (doble) revolución europea, historia de dos ciudades, una latina y otra anglo, separadas por un canal, esta es también una historia de dos ciudades. Ya no París y Londres, sino La Habana y Miami. La capital cubana en la ínsula y la capital cubana en la península de Florida: dos ciudades separadas por 90 millas en una relación de espejos enfrentados que reproducen las políticas enfrentadas y las familias divididas. Dos ciudades a las que une el cálido clima, el riesgo de huracanes, la vegetación del trópico, la fauna, la playa y el mar. Pero también y principalmente un flujo, el que hizo de Miami capital tierra de promisión para una diáspora cubana que siguió a por la Revolución socialista.
Y aquí, La Habana y Miami, sus fundaciones y mapas urbanos, su crecimiento, migraciones e inmigraciones, políticas de Estado, conspiraciones, subversiones, ayudas y bloqueos internacionales, figuras reconocidas (jefes de Estado, diplomáticos, espías, traficantes, empresarios, artistas, deportistas…). Pacientemente y con respeto va recuperando la autora fuentes documentales de índole diversa (historiografía, ensayos, ficciones, películas, música, archivos, discursos, portales, testimonios…) que ingresan al relato en cuidada, equilibrada selección: es decir, tras un proceso de decantación.
2
Entre rosas y jazmines
entre llantos e ilusiones
Para tí, Patrona de Cuba
que sean todas las flores
Y vuelvan a renacer en su tierra
verde y pura de tabaco caña y Ron
de Corales y Palmeras
que sus hijos no se mueran
en otra tierra lejana
que mueran ahí en su cama
en su tierra venerada
con tu Imagen entre sus manos
Y un Adiós en sus Miradas
“Plegaria a la Virgen de la Caridad del Cobre”
Si me bajo de este lince de dos puertas
En este descampado de ciudad
En que existe la presunción del delito
Vendrán con uniformes, agendas electrónicas
Y faros que encadilan hasta el tuétano
A ver qué hace este francés de puro papelito
Enla boca del lobo, en sus parques muertos.
Es medianoche, y un huracán ha doblado
como arcos las palmitas del jardín
y nadie debe salirse de esta pecera
porque la prensa dijo ayer
que un afroamericano salió debajo de los puentes
con un revolver bajo el brazo,
y, digo yo, un matavacas, colgándole seguro,
aunque la prensa nunca diga negro,
ni hable de eso, de esto o de lo otro.
Antonio José PONTE, “Esos parajes de lobos solitarios”, Overtown, Miami.
“Reconocer que no podía escribir el libro que me había parecido tan factible cuando comencé a estudiar sobre la isla. Y escribir sobre esa imposibilidad”
A diferencia de otras obras del género, aquí la cuestión central del proceso caracterizado por su origen en las luchas de clases y en su devenir de transformaciones revolucionarias se mira -y es elección adrede de Gabriela Esquivada-, como un proceso colectivo. Ya tú sabes encuentra su punto centrípeto y centrífugo en los actores anónimos y sus vidas cotidianas separados por la grieta de 90 amillas, la distancia que aparta, o une, a La Habana con Miami.
Personas ‘anónimas’ pero personajes ‘reales’: los plurales protagonistas de esta historia jamás contada al menos de esta manera. Una épica (una epopeya) anti-heroica, del ‘común’, del llano antes que la de las cumbres, cuyas voces hablan claras:
“Una maestra retirada dice que ‘el período especial’ fue una épica terrible, que no sabe cómo sobrevivieron: ‘Miro hacia atrás y me pregunto: ¿cómo?, ¿cómo pudimos? La población cubana se puso flaquita, casi no había comida. Yo igual que miles adquirí una enfermedad que se llama neuritis periférica’” (pág. 41)
“-Ahora tú no ves niños limpiando zapatos. Ahora no ves a nadie pidiendo limosna. Yo recuerdo a los veteranos que habían luchado por la independencia de Cuba, con las ropas sucias llenas de medallas pidiendo en el Parque Agramonte. El negro no podía caminar por el centro del Parque tenía que coger la basura por la acera hasta que Fidel nos dio derecho a que nos verán como gente. Mira, chico, prefiero morir mil veces en una hoguera antes de volver a aquella época” (pág. 57)
“…Contó una anécdota sobre la durabilidad de la lavadora Aurika.
-Una vez estábamos en borrachera y tuve una desavenencia con mi mujer e hice como que me iba de la casa, y cuando había bajado al primer piso, esa lavadora me pasó por lado que, si no me aparto me mata.-
(La esposa lo mira seria)
-Le dije: ‘Nos quedamos sin lavadora’; Después cuando la subimos...
(La muestra orgulloso, en marcha)
_ ¡Si no la lava, la tritura p`al carajo! Ella tiene un vuelo espacial, porque cayó de aquí para abajo, y todavía funciona”. (pág. 224)
“-Ampárame.
-Ampárame.
Baila en chancletas y sin trastabillar, vestida de blanco, la mujer delgada.
Baila en un apartamento de North Bay Village, en una noche de Acción de gracias, la canción de Juan Formell y los Van Van que dice: “Soy arere, soy conciencia, soy Orura” (pág.166)
“Las filas para pagar eran interminables…
La gente hablaba: llevaba días con los medios de agitación non stop sobre el recorrido de Irma en tiempo real… como se iba a inundar Miami Beach en una suerte de anticipo por el apocalipsis por el cambio climático…
-¿Esto? Esto lo tendría que estar haciendo el gobierno: en las esquinas repartir agua. ¡Con lo que pagamos de impuestos! Todo el día buscando agua. ¡Todo el día! El gobierno tendría que regalarla. El gobierno tendría que repartir.
-Pero ¿tú qué quieres? ¿Socialismo? Ironizó otro. De pronto todos en la fila empezaron a reírse. Por un momento se había olvidado de Irma.
-Ay, pero qué jodedor- agradeció, tal vez, una mujer” (pág. 211)
Toda vida cotidiana aparece simultáneamente con un nivel mayor o de mayor grado de un proceso social: es decir los hombres particulares y sus mundos, y en esto último, la historia como relato de los hechos que se consignan en los anales.
Y aquí, esta Cuba-La Habana y Estados Unidos-Miami, sus fundaciones y mapas urbanos, su crecimiento, migraciones e inmigraciones, políticas de estado, conspiraciones subversivas, ayudas y bloqueos internacionales, figuras reconocidas e identificadas por su nombre propio (jefes de estado y de la Iglesia, diplomáticos, espías, traficantes, empresarios, terroristas, combatientes, artistas, periodistas, escritores, deportistas, cantantes, bloggeros …). Aquí no hay información precaria o dispersa, sino un rico saber del conjunto y detalle que celebra la dinámica abigarrada de la historia de estas tierras bañadas por la espuma de los trópicos.
Esta inspiración basal del ensayo da dos cuestiones por descontadas, que el público ha de agradecer. La primera, elude toda tipología de la revolución; la segunda, las dificultades o fracasos no se derivan de presuntas fallas de un modelo ideal, sino que las causas son otras.
De esta manera, en la búsqueda o ‘exploración’ que la narradora anuncia en el nombre del libro se mantiene sin desmayo en la entera lectura, pero en ella no hay expectativas de lo nuevo, de descubrimiento ni siquiera nostalgia sino el interés de entendimiento e interpretación de Cuba que es un territorio y un pueblo. Que según el péndulo de la historia se acercó o se alejó de su poderoso vecino, los Estados Unidos.
Pero como esto va acompañado de documentos, fuentes variadas, el libro es un texto doble y definitivamente actual. De manera premeditada, el análisis detallado de antecedentes históricos desempeña un importante papel: el lector debe reconocer y reconoce cómo los hechos ya pasados y por eso ‘abstractos’ son experimentados y vividos más de cien veces.
3
Estos son mis versos
son como son
A nadie los pedí prestados
son como son
José MARTÍ
Así, para lo único que sirve caminar, bailar, tocar un instrumento, cantar o escribir de ‘cierta manera’ es para desplazar a los participantes hacia un territorio poético marcado por una estética de placer, o mejor, por una estética de la no violencia. Este viaje ‘de cierta manera’ del cual siempre se regresará como en los sueños -con la incertidumbre de no haber vivido el pasado sino un presente inmemorial.
Antonio BENÍTEZ ROJO, La isla que se repite
“Aceptar que el enigma, su capacidad de mantenerse misterioso, no impedía que me diera una vuelta por él…”
La lectura de Ya tú sabes ni reclama ni prefiere ningún saber especializado. Gabriela Esquivada escribió su libro ‘de cierta manera’ para quienes prefieran pensar y no teman plantearse las preguntas que parecen primitivas, pueriles, pero que no lo son: ¿Por qué esto es así? ¿Podía/ Pudo ser de otra forma?
No se trata de una formulación ajena, se trata de una experiencia transitada por la misma autora, surgida de sus propias vivencias. Aquí es central otro aspecto medular del ensayo que se acerca a un Bildungsroman, una novela de formación o educación de la que ella misma fuera su narradora en singular primera persona: “Fui a un lugar donde no conocía a nadie, Miami, precisamente para estar sola y leer…”. Residente en Miami, la autora de Ya tú sabes irá varias veces a Cuba para mezclarse con su gente, recorrer sus calles, oler lo aromas y detenerse en sus prácticas y creencias.
“A pocos pasos yo también compro un cucurucho”
Es el final, despedida provisoria ‘Hasta se seque el Malecón’. Antes de este apotegma, de este final alternativo, han corrido y hemos recorrido los seis capítulos que dividen una narración a un tiempo concentrada y veloz, que alterna con gracia, seriedad y desparpajo el material vivido, el material leído, la información datada y la percepción personal: “Pasar trabajo”, “Noventas millas”, “Los hermanos Castro”, “Metáforas”, “Tres décadas con los bolos” “Ay Obama, vuélvete loco y ven pa’ La Habana”.
Pero en ese final se concentran música y pregón. Los de El manisero, la más conocida canción popular de La Habana. Un visado de cubanidad, que es “para morirse” según entiende todo cubano, porque ¡nada será mejor ni más gratificante después!
Esta inspiración basal del ensayo da dos cuestiones por descontadas, que el público ha de agradecer. La primera, elude toda tipología de la revolución; la segunda, las dificultades o fracasos no se derivan de presuntas fallas de un modelo ideal, sino que las causas son otras.
De esta manera, en la búsqueda o ‘exploración’ que la narradora anuncia en el nombre del libro se mantiene sin desmayo en la entera lectura, pero en ella no hay expectativas de lo nuevo, de descubrimiento ni siquiera nostalgia sino el interés de entendimiento e interpretación de Cuba que es un territorio y un pueblo. Que según el péndulo de la historia se acercó o se alejó de su poderoso vecino, los Estados Unidos.
Pero como esto va acompañado de documentos, fuentes variadas, el libro es un texto doble y definitivamente actual. De manera premeditada, el análisis detallado de antecedentes históricos desempeña un importante papel: el lector debe reconocer y reconoce cómo los hechos ya pasados y por eso ‘abstractos’ son experimentados y vividos más de cien veces.
3
Estos son mis versos
son como son
A nadie los pedí prestados
son como son
José MARTÍ
Así, para lo único que sirve caminar, bailar, tocar un instrumento, cantar o escribir de ‘cierta manera’ es para desplazar a los participantes hacia un territorio poético marcado por una estética de placer, o mejor, por una estética de la no violencia. Este viaje ‘de cierta manera’ del cual siempre se regresará como en los sueños -con la incertidumbre de no haber vivido el pasado sino un presente inmemorial.
Antonio BENÍTEZ ROJO, La isla que se repite
“Aceptar que el enigma, su capacidad de mantenerse misterioso, no impedía que me diera una vuelta por él…”
La lectura de Ya tú sabes ni reclama ni prefiere ningún saber especializado. Gabriela Esquivada escribió su libro ‘de cierta manera’ para quienes prefieran pensar y no teman plantearse las preguntas que parecen primitivas, pueriles, pero que no lo son: ¿Por qué esto es así? ¿Podía/ Pudo ser de otra forma?
No se trata de una formulación ajena, se trata de una experiencia transitada por la misma autora, surgida de sus propias vivencias. Aquí es central otro aspecto medular del ensayo que se acerca a un Bildungsroman, una novela de formación o educación de la que ella misma fuera su narradora en singular primera persona: “Fui a un lugar donde no conocía a nadie, Miami, precisamente para estar sola y leer…”. Residente en Miami, la autora de Ya tú sabes irá varias veces a Cuba para mezclarse con su gente, recorrer sus calles, oler lo aromas y detenerse en sus prácticas y creencias.
“A pocos pasos yo también compro un cucurucho”
Es el final, despedida provisoria ‘Hasta se seque el Malecón’. Antes de este apotegma, de este final alternativo, han corrido y hemos recorrido los seis capítulos que dividen una narración a un tiempo concentrada y veloz, que alterna con gracia, seriedad y desparpajo el material vivido, el material leído, la información datada y la percepción personal: “Pasar trabajo”, “Noventas millas”, “Los hermanos Castro”, “Metáforas”, “Tres décadas con los bolos” “Ay Obama, vuélvete loco y ven pa’ La Habana”.
Pero en ese final se concentran música y pregón. Los de El manisero, la más conocida canción popular de La Habana. Un visado de cubanidad, que es “para morirse” según entiende todo cubano, porque ¡nada será mejor ni más gratificante después!