Revista Invisibles
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Año 8 / Número 29 / Diciembre 2020
Series TV

Dos distopías con impronta literaria


Las series Tales from the loop (2020) y L’effondrement (2019) comparten cierto tono pesimista sobre el futuro, porque en los dos mundos planteados no hay adónde huir, ahí reside su corazoncito distópico. Nos enfrentan como espectadores a nuestras propias miserias, esas que tratamos de dejar en el cuartito del fondo aferrándonos a las rutinas mecánicas que nos forjamos para olvidarnos de ellas.   

Por Mariana Skiadaressis
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Imagen de la serie francesa "El colapso" (2019)
Es imposible sustraerse al contexto de cuarentena para escribir sobre cualquier consumo cultural hecho durante la etapa de encierro. Y menos si se trata de series que suceden en mundos distópicos, donde el colapso o las averías del sistema determinan las reglas de un mundo siempre al borde de lo desconocido y que pasa por arriba de cualquier tipo de voluntad social o individual.

Por un lado, los ocho capítulos de la miniserie francesa El colapso (L’effondrement en su idioma original) estrenada en noviembre de 2019 en Francia tienen una duración de media hora y relatan en pequeñas viñetas el colapso de la civilización tal como la conocemos. No se sabe bien por qué, nos adentramos al fin del mundo in medias res: hay desabastecimiento en los supermercados, no hay nafta en las estaciones de servicio, no hay electricidad ni servicios de ningún tipo y el dinero ya no corre como elemento de cambio porque lo único valioso son la comida y los medicamentos, que cada vez son más escasos.
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Por otro lado, Tales from the loop (2020), es una producción de Amazon Prime sobre idea visual y de guión de un artista y diseñador sueco llamado Simon Stålenhag. También es una serie corta, eso se gradece, porque tanta belleza no se puede estirar como chicle, necesita comenzar y terminar. Cada capítulo es un cuento visual, perfecto y conmovedor. El tono melancólico de los sucesos y los personajes es acompañado por una paleta de colores ocres, marrones y azules pálidos que recrean una estética futurista-retro, digna de admiración. 
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"Tales from de loop"
Los capítulos de ambas series no siguen a los personajes en una narrativa clásica, sino que el relato establece su continuidad por contigüidad temática o por la aparición de un mismo personaje que en un capítulo es protagonista y en el que sigue es casi un extra. Esto genera una cohesión de sentido que pinta los mundos en su totalidad mucho mejor que si fuera lineal, ya que resulta en una suerte de rompecabezas que el espectador tiene que armar. Eso sí: todos los capítulos se organizan alrededor de las premisas conceptuales de cada mundo planteado.
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En el caso de El colapso, una característica que llama mucho la atención es que cada viñeta está filmada en un plano secuencia que logra convertirse en un dispositivo de verosimilitud de alto impacto estético. Este movimiento de cámara, llevado adelante con un poco de suciedad, incluye la mirada del espectador en el relato de manera efectiva. Los creadores de la serie son un colectivo de cineastas franceses llamados Les parasites –ellos son Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto. No hay mucho sobre ellos en internet, pero es imposible no asociar este recurso con algunas de las películas de Gaspar Noé -cineasta argentino radicado en Francia y que filma allí- como son Irreversible (2002) o Enter the void (2009), donde la crudeza y la violencia es mirada en primer plano y en estas dos en particular, en plano secuencia. Noé es un maestro de lo inexorable y esta serie hizo propia algo de esa destreza, pero no como una copia ni mucho menos, sino de manera particular y efectiva y para contar el apocalipsis en muchos lugares a la vez. Noé, en cambio, se centra con ese recurso en un único hilo argumental. 
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En "El colapso", los personajes tratan de sobrevivir en un mundo donde el desabastecimiento es la norma.
El Loop al que se refiere el título de la serie americana, es el nombre del Centro Mercer de física experimental llamado por el pueblo The Loop, que se propone “develar y explorar los misterios del universo” y rige la vida laboral de los personajes pero sobre todo la social y familiar por los fenómenos inexplicables que genera y enrarecen la experiencia. Las paradojas espacio-temporales que ocurren son el vector de cada historia y repiten un esquema de sincronía fracturada: un niño cruza un río y pasan veinte años, vuelve a buscar a su mamá como si nada y ella envejeció y él no; una niña sale de su casa y cuando vuelve no hay nada, pero se encuentra con su yo adulto que le explica algunas cosas sobre su vida futura; un hombre se enamora de otro de un mundo paralelo donde los cuerpo se duplican pero las vidas no. Si bien no se parece estéticamente en nada, la idea de atravesar el espacio-tiempo como premisa narrativa recuerda a la bella Donnie Darko (2001). En la película todo el mundo cree que el protagonista tiene alucinaciones, pero en realidad interactúa con un agujero de gusano, lugar por donde ocurren viajes en el tiempo. En la serie, en cambio, los personajes aceptan los saltos espacio-temporales como parte del devenir del pueblo y en todos los casos son saltos dolorosos que llevan al límite los sucesos trágicos de una vida promedio (no hace falta que haya una guerra para pasarla mal, lo sabemos).   
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​Ambas son historias pesimistas, porque en los dos mundos planteados no hay adónde huir, ahí reside su corazoncito distópico. Nos enfrentan como espectadores a nuestras propias miserias, esas que tratamos de dejar en el cuartito del fondo aferrándonos a las rutinas mecánicas que nos forjamos para olvidarnos de ellas. En estas series no hay rutinas posibles, en una porque la civilización estalló y en la otra por la imprevisibilidad de los sucesos. Es una caricia al alma que no haya mensaje para la juventud: todo es una mierda y ya. En todo caso, ¿qué hacemos con los agujeros de lo imprevisible con los que vivimos? ¿A costa de qué gestionamos la supervivencia en un hipotético fin del mundo?

En uno de los capítulos de Tales from the loop, un personaje adulto le explica a un niño: “Not everything in life make any sense” (no todo en la vida tiene sentido). Esta frase condensa el espíritu de la fragilidad humana, somos hormiguitas tiradas al viento de los hechos aunque hagamos de todo para zafar. Un poco por eso estas series tienen una impronta literaria, porque no intentan responder grandes preguntas sino que te obligan a hacértelas y, a su vez, reponen el sentido perdido a partir de su estructura narrativa sin dejar de mostrar el sin sentido hacia el  exterior. 

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