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La mano del lector y el libro detrás del libro

25/3/2017

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El secreto entre los rusos, de Matías Serra Bradford, es una novela sobre la literatura y la lectura, pero también es la reconstrucción de un personaje que sacrifica mucho por ellas aunque por momentos parezca una impostura. La narración se compone de reflexiones, pasajes aislados, como se forma la memoria, párrafos que narran un momento de la vida de lector de S.  ​
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El secreto entre los rusos se presenta como una novela biográfica. A primera vista, lo que leemos en las páginas del libro se contrapone o, por lo menos pone en crisis, dicha categorización. Sin embargo, la novela narra los fragmentos de la vida de S., casi todos guiados por su afición a los libros y a la lectura. De ahí que la novela trate sobre el oficio de lector de S., de su relación con las librerías de viejo, de sus reflexiones en torno a lo escrito, de sus elecciones literarias, de sus dudas; en esta breve enumeración, entonces, se entiende que El secreto entre los rusos es una novela biográfica. ¿Qué es la historia de la vida de un lector sino esos territorios fugaces?

Más allá de los rostros que dibuja S. en los márgenes de los libros que está leyendo, la cara, como una sinécdoque del cuerpo, resalta la importancia del que lee. S. está interesado en la biografía de las personas que se le parecen. Además, “los libros que leía se parecían a S. más que él mismo; representaban lo que él quería ser, el ideal al que aspiraba y que en algún lugar existía”. S. lee con los ojos pegados a las páginas. A los demás les sorprende lo cerca que coloca el rostro. La imagen central del libro es la lectura, como un acto que se repite y que no acaba. La lectura como experiencia vital, como el centro ineludible de la vida del personaje principal. Con cada escritor, S. es un lector distinto. Leer es un acto que nunca acaba, y que nunca se detiene.

S. deliberadamente oculta lo que lee. No lo comparte. El narrador de la novela anota esta vocación de privacidad en distintos pasajes. Así, S. entiende que leer es un acto privado, no el físico, el del rostro pegado a la página, sino el que se proyecta (que sigue siendo la lectura), lo que de verdad instaura. Es por esto que vemos el dilema de UN libro frente a LA biblioteca: lo particular en la experiencia del que lee que se opone al mar que es la literatura, mar inacabable, mar que solo puede ser experimentado en los fragmentos deliberados de sus aguas. 

Esa experiencia privada y particular para S. es misteriosa e íntima, ahí está “lo inasible, lo insinuante, lo persuasivo, lo confidencial”. La lectura es eso. S. sospecha que es mejor ser un extranjero y un extraño para sí mismo. “La lectura era para S. un repliegue, no un estado público; un secreto entre otros secretos, uno de los secretos que lo volvían quién era”. Como en la metáfora del rostro del que lee, ese solo puede ser tal en la medida en que se revela en lo escrito a lo que se enfrenta. 
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