Revista Invisibles
  • HOME
  • Números Anteriores
  • Staff
Año 7 / Número 25 / Marzo 2019
Poesía

La lengua antropófaga


Presentamos en exclusiva para Invisibles una selección de poemas del libro Trastornos del sistema binario, del escritor italiano Valerio Magrelli, que este año publicará Zindo & Gafuri con traducción de Guillermo Piro.

De Valerio Magrelli
Imagen
El escritor Valerio Magrelli
 ​
   
 
La sombra
 
 
Domingo a la mañana
me despierta la voz
de mi hija que gritando
desde la cocina le pregunta
a su hermano
si de verdad la Bomba,
cuando estalla,
deja la sombra
del hombre sobre el muro.
(No de “un hombre”:
“del hombre”, dice). Él
asiente,
yo doy vueltas en la cama.
 
 
  
Mirando las columnas de prófugos desde mi casa
​

 
Que además, viéndolo de cerca es un asco,
un polvillo de cemento, de paja, de saliva,
pobre cruce nacidos de secreciones y estelas,
con una vaga idea compositiva.
 
Un hilo hoy, otro mañana,
y lo que sale es una cesta de fibra vegetal,
bolo rancio, pasta
que el habitante, al mismo tiempo, habita y mastica.
 
Esta casa de baba está hecha
como los hijos a los que acoge,
materia generada, material
genético, yema de transmisión.
  
Por eso, sin Nido,
ahora avanzan ciegos,
perdidos en la noche
de su identidad.
 
 
 
 
Coro sobre la legalidad

 
 
La legalidad es legítima si amarra al fuerte,
si tutela al débil.
Es el nudo que desata lo humano
ligando los lazos.
No hay legalidad fuera de ese lazo
donde se aprieta para liberar mejor.
 
 
 
 
La lengua antropófaga
 
 
Anotando en un cuaderno palabras inglesas como se anota en un pedazo de papel la elección de una persona que estamos seguros que nunca volveremos a ver.

                                                                                                V. Nabokov

 
 
Un día el Inglés golpeó a mi puerta:
”Déjame entrar”, decía: “Pero ya estás en casa”,
respondí. Él se sentó
y dijo: “Háblame”. “Te estoy hablando”, dije,
Entonces él dijo: “Entonces escríbeme”.
Fue allí que le imploré que se fuera.
Yo no sabía escribirlo,
no quería: “No me devores”,
le imploraba: “Déjame”.
Pero insistía: “Seré tu
ventrílocuo”. Vomité
y vomité que no quería. Ah ah,
he smiled, and then he went away.
 
 
  
Higiene y teodicea
 
 
Pasa en silencio la polémica
sobre la necesidad de verificar
que las hostias consagradas cumplen
con las normas vigentes en materia
de sustancias alimenticias.
“Dios no ha muerto.
Sólo expiró su fecha de vencimiento”.
 
 
  
Infancia del trabajo
 
 
Mira a esta niña
que está aprendiendo a leer:
tiende los labios, se concentra,
lanza una palabra y luego otra,
pesca, y la voz hace de caña,
hilvana, se pliega, arranca
escurridizas estas letras
ahora altas en el aire
brillantes
al sol de la pronunciación.
 
 
 
In regione dissimilitudinis

 
 
Trato de hacer un retrato de mi hija.
Elijo el perfil,
mira hacia la izquierda.
(Recuerdo que traté de hacer lo mismo
hace muchos años con mi abuela quieta, posando.)
La modelo no deja de moverse
para ver. Ver si
este lápiz-manopla
recorriendo las estaciones del rostro
consigue interceptar
algo de su fisonomía,
banda sonora, canal de escucha.
(¿Cómo terminó la mirada de la mujer
que entonces tenía delante?
Mi mano debe de haber crecido,
pálida trepadora
enroscada a la madera de la mina.
Es lo más lindo de mí,
esta deliberada confianza en el esfuerzo
y en la gracia que viene de las obras.
No entiendo, pero sigo adelante, señalo,
envejezco aferrado al palo de la viña,
al palo de la tortura;
un pequeño accionista de la fe.)
Como la luz que irrumpe desde las nubes,
como una interferencia telefónica,
la Gran Semejanza atraviesa la página,
brilla desnuda y desaparece,
soberana de la línea y de la identidad.
Ella es la serpentina que se descascara
abandona la piel, muerta, detrás suyo,
curva de la belleza porque cuerva de sí.
Y sin embargo la dejé correr,
demasiado sorprendido para detenerla,
sorprendido por la fuerza desmesurada que había sido capaz de evocar
pero no de retener.
Se fue, no está
en el triste esbozo que queda sobre la mesa,
entre virutas de goma y hojas arrugadas.
No está, pero estuvo,
maná del ojo disuelto a la luz.
​
 

Selección y traducción: Guillermo Piro

Con tecnología de Crea tu propio sitio web con las plantillas personalizables.
  • HOME
  • Números Anteriores
  • Staff