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Año 7 / Número 27 / Octubre 2019
elecciones

El Capitán, el Escritor, el Papa y Perón


Borges, Perón y Bergoglio coincidieron en la atención o predilección por los libros de Liddell Hart. Admiraron su estrategia de la aproximación indirecta, distraídos del proceder del capitán británico a la hora de probar los aciertos de su doctrina.  

Por Alfredo Grieco y Bavio
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Sir Basil Liddell Hart
Aunque empiecen a verse más lejanas, más erosionadas en sus contornos, de lo que creemos y declaramos cuando no las buscamos de frente con nuestra mirada, las figuras incompatibles de Juan Domingo Perón y de Jorge Luis Borges dominan, más que cualquier competidor, las vidas literaria y política de la Argentina en el largo siglo XX.
Por el contrario, en el breve siglo XXI, vemos todavía sin distancias a la figura de Jorge Mario, cardenal Bergoglio.
Como si el papa Francisco fuese un arzobispo de Buenos Aires al que en 2013 una Suma del Poder Público le hubiera sido conferida por el Cónclave Cardenalicio en vez de por la Legislatura Porteña.
Que el líder peronista y el papa peronista eligieran para su estima y respeto o aun para su máxima predilección secreta la teoría militar y política de un estratega del Imperio Británico, sir Basil Henry Liddell Hart, y que el escritor anglófilo, masónico y unitario también pusiera en su balotaje a un candidato votado por las tropas federales y clericales sorprende. Aunque el asombro no provenga del desconcierto, sino de la desconfianza ante nuestra súbita intuición del armónico concierto de estas afinidades electivas.
 
1. El perfecto jesuita
 
En El papa peronista (2019), Ignacio Zuleta apunta directamente que el ascenso de un nacionalista argentino al trono vaticano de San Pedro es el acontecimiento global más importante de la historia de la República bicentenaria. En El papa peronista vemos desplegados y detallados, en una narrativa sin inconsecuencias -certera en su distinción permanente de lo principal y de lo accesorio-, para qué diferentes usos y fines sirvieron a Francisco, en el curso de su biografía intelectual y su acción política, en niveles cuyas conexiones íntimas pero invisibles al ojo desnudo Zuleta supo hallar –antes que construir- , instrumentos críticos de los que el jesuita se dotó en la frecuentación de la estrategia de la aproximación indirecta. Aun sin conocer nada de esta guía para la acción de Liddell Hart, ya su nombre sugiere una recomendación de discreción e indirección, y que por tanto, de seguírsela con buen éxito, sus resultados serán tan rotundos como discretos.
 
Al buen éxito de las carreras nacionales e internacionales del general presidente, del escritor influyente y del jesuita pontífice no habría sido indiferente la fe que compartieron en el valor de los escritos (y la doctrina) de un ex capitán británico. En todo caso, el mayor entusiasmo por Liddell Hart, y la mayor persistencia en el tiempo de la expresión de ese entusiasmo, corresponden al Papa. Y de estas tres carreras argentinas, la del hoy Líder Espiritual de 1400 millones de católicos es aquella que sin duda culminó en un acontecimiento de primera selección y clasificación para una historiografía guiada por el principio que enuncia el título de aquel gran emprendimiento, dirigido por el alemán Guillermo Oncken, cuyos muchos tomos un Profesor de Historia del Colegio Militar –Juan Domingo Perón- leyera con tanta fruición y provecho (en las lujosas encuadernaciones, en las páginas satinadas ilustradas con grabados al acero de la edición barcelonesa de Montaner y Simón): Historia Universal.

 
2. Una luz directa sobre la aproximación indirecta
 
 
En 1929, Liddell Hart publicó el libro The Decisive Wars of History, que después, revisado, sería la primera parte de otro más extenso, publicado en 1941, The Strategy of Indirect Approach y reimpreso al año siguiente, el de la batalla de Stalingrado, bajo un título más asertivo, The Way to Win Wars. Una nueva edición, corregida y aumentada, fue publicada en 1954 como Strategy: The Indirect Approach. 
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Es el libro de un militar, y su objetivo es bilardista: ganar. Ganar batallas para, de golpe, casi sin caer en la cuenta –como dicen que se fueron acumulando los territorios del Imperio Británico, absentmindedly-, como en un reconocimiento de belleza terrible, como en una tragedia, advertir que hemos ganado una guerra. Por tanto, jamás acercarse de frente como la mole de una torre, siempre de costado, en diagonal como un alfil (obispo, en el ajedrez), sin ofender al beligerante contrario con una ofensiva al centro de gravedad de su nervio y sus  fuerzas y, así, sin forzarlo nunca a defenderse en plena forma. Aunque por detrás de tanta oblicuidad y circunloquio estratégicos haya un objetivo lúcido, único, homogeneizador: cortar al jefe de los otros, romper la cadena de mandos, y decapitado, el cuerpo militar enemigo entrará en convulsión, y las partes se separarán del todo. La victoria no será ni total ni inmediata: es una muerte con agonía y coma inducidos. Y para el triunfo, además, la muerte no es necesaria, ni acaso preferible. Basta con la parálisis del enemigo.
“La aproximación indirecta fue muy leído en la Argentina –dice Zuleta. La versión en castellano de la Biblioteca del Oficial del Círculo Militar es una de las pocas ediciones hoy disponibles. Fue libro de cabecera de muchos nacionalistas argentinos y es uno de los libros de cabecera de Bergoglio, cuya lectura suele recomendar también hoy a quienes lo visitan en el Vaticano: ‘Búsquenlo, no lo van a encontrar en las librerías, pero está en Internet, y a veces aparece en Mercado Libre’”.
“El ejemplar personal de Bergoglio –continúa El papa peronista- le llegó cuando él se acercó a algún tipo de militancia, y de manos del conductor de la Guardia de Hierro, Alejandro Álvarez. Ha salido en préstamo de su biblioteca personal para amigos seleccionados, y cada vez ha sido celosamente recuperado. Es la primera recomendación para quienes le piden inspiración y consejos. Como Daniel Scioli: primero lo leyó en la pantalla de su celular en la versión que sus secretarios le descargaron de Internet y después consiguió el libro en papel.
Quien lea la teoría de Liddell Hart va a entender paso a paso los gestos aparentemente contradictorios del Papa. La doctrina estratégica del ex capitán británico se complementa con fórmulas estrechamente ligadas al método jesuítico, como la meditación, el discernimiento, la metáfora geométrica aplicada a las situaciones. Su emblema es el poliedro”.

 
3. Los reyes secretos del mundo

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Escrito u oral, Borges repetía que A History of the World War de Liddell Hart era uno de sus tres libros de cabecera. Que citara así el título de este libro que después se revisó como uno de Historia de la Primera Guerra Mundial muestra que su dilección fue temprana y anterior al volumen sobre la estrategia indirecta. El escritor siguió recomendando a este capitán con celo proselitista no desemejante al que hoy sigue animando a Su Santidad.
En 1938 Borges reseñó para El hogar, con todo su fervor de Buenos Aires junto, Europe in Arms, del mismo Liddell Hart. Uno de los cuentos mejor conocidos de Borges, "El jardín de senderos que se bifurcan" (1941), empieza así: "En la página 252 de la Historia de la Guerra Europea de Liddell Hart, se lee que una ofensiva de trece divisiones británicas (apoyadas por mil cuatrocientas piezas de artillería) contra la línea Serre-Montauban había sido planeada para el 24 de julio de 1916 y debió postergarse hasta la mañana del día 29".
 
Ya por entonces, Liddell Hart estaba presente en la obra de Perón, quien lo cita, glosa y comenta sin cortedad pero con sobriedad castrense. Por ejemplo, en su libro de 1939 sobre la guerra franco-prusiana. Todo invita a creer que el conocimiento de esta presencia parece insospechable en Borges. Y el Papa parece también descartar haberse anoticiado por Perón de este detalle específico, porque ha expresado no pocas veces su desconocimiento general de la obra escrita del General tres veces Presidente.
 
Zuleta menciona la atracción que Liddell Hart había ejercido sobre el pensamiento nacionalista y la historiografía revisionista argentinos, aquellos lectores que estuvieron antes que el líder de la Guardia de Hierro, quien por ellos lo conoció. Acaso el que más públicos hizo su reconocimiento y su divulgación del estratega y analista militar inglés fue Julio Irazusta, quien conocía muy bien los libros de sir Basil Henry Liddell Hart, y no solamente los más salientes. Ex alumno oxoniense, el gran político nacionalista entrerriano e historiador revisionista argentino, estudioso de la correspondencia (completa) del Restaurador de las Leyes bonaerense y del paduano Tito Livio, revalidó década tras década su gusto anglófilo en el país francófilo.
 
Una simpatía jamás  menguada ni empañada animó la erudición exacta, exigente y creciente que guió a Irazusta por las sucesivas, aluvionales minucias de la exposición y apología de la doctrina militar y política de la estrategia de la Aproximación Indirecta. Tradujo, prologó, citó y recomendó al ex capitán imperialista británico. El rigor encauzó el entusiasmo, pero esa profusión de citas fue gobernada por la estricta observancia del principio de la pertinencia.
Esa atención por los escritos se vio acompañada, coherentemente, con una desatención a las fuentes secundarias sobre la vida y los logros de Liddell Hart.  
El entrerriano Irazusta fue un gran anglófilo cultural. El  capítulo LXI y último de La monarquía constitucional en Inglaterra (1970), culmina  con un complejo juego a cuatro bandas entre Fox, Pitt, el Escipión de Liddell Hart (de 1926,  primer libro del autor) y el Tito Livio del propio Irazusta (de 1951, donde ya se ocupaba en parte de este asunto): aquí Irazusta hace valer al Liddell Hart posterior contra el más temprano, 'imperialista' (y el defensor de causas perdidas prefiere a Fox por sobre Pitt). 
 
En su reseña polémica del libro de Tulio Halperin Donghi, El revisionismo histórico argentino, publicada en 1974 en el Nro. 1 de la revista Historiografía, las informaciones que Irazusta proporciona allí sobre la biografía personal de Liddell Hart parecen no conocer otro origen que lo que dice sobre sí mismo el propio Liddell Hart en su The Other Side of the Hill de 1948. Irazusta se abstiene de citar cualquier otra fuente.
Toda esta versión de las peripecias sufridas por Liddell Hart ha sido muy cuestionada después. A pesar de las protestas en contrario de Irazusta, el papel de 'maestro desoído' parece ser de uno de los más honrosos y fascinantes a los ojos y las miradas revisionistas. Ya la palabra revisión historiográfica alude a reclamo de reparación histórica. En este papel de beautiful loser coloca Irazusta a Liddell Hart. Quien ya se había colocado en ese rol por sus propios medios, que la devoción de Irazusta probó que habían sido eficaces.   
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4. El verso y la prosa            
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…sus especulaciones –proféticas o provocativas- anticiparon, entre otros advenimientos, el progresivo descaecimiento de las teorías, la caducidad o inutilidad de las taxonomías, las adecuaciones de la verdad a las conveniencias del cronista, la indistinción de los antagonismos –más allá de las eventualidades, las resonancias poéticas y plurales que prevalecen sobre el autor o la autoridad individual, la multiplicación de los prodigios que la tecnología pone en pantallas (normalizando en la práctica cotidiana algunas de sus ficciones más desaforadas), la gradual y virtual desaparición de la realidad en su representación, la conservación de la escritura en libros que se desvanecen [...] medra [...] la infatuación de los nombres propios, su insignificancia o su renombre.
   Lisa BLOCK de BEHAR, “El fraude entre la ficción y la farsa”: Borges
y Bioy Casares frente a Don Isidro Parodi y sus problemas (2008)

​Después de la Segunda Guerra Mundial, el ex capitán Liddell Hart tuvo a su cargo el interrogatorio de varios generales alemanes del más alto rango de la Wehrmacht, prisioneros de los Aliados. El Gobierno británico le había encomendado esta tarea. Liddell Hart reunió en un volumen la información ganada  gracias a estas forzadas entrevistas, a la que añadió su propio comentario crítico: este libro se llamó The Other Side of the Hill: Germany's Generals, Their Rise and Fall, with Their Own Account of Military Events 1939-1945) en su edición británica de 1948 (publicada en Londres; una edición india, ampliada, se publicó en Delhi en 1965, no mucho después de la guerra sino-india, en la 'Biblioteca del Círculo de Oficiales' local) y  The German Generals Talk en su edición norteamericana (y resumida) de 1949. Es el propio Liddell Hart quien les hace decir a estos militares y estrategas alemanes cautivos, o pone en boca de ellos, que la táctica y estrategia del Blitzkrieg y de la Panzerwaffe habían sido muy poco originales, porque estaban inspiradas en principios rectores que los nazis habían aprendido, y a veces aplicado no sin tosquedad, en los libros señeros del mismo Liddell Hart.       
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Durante el gobierno tory de Neville Chamberlain, el no menos conservador Liddell Hart había sido el estratega de cabecera del premier, cuya política de 'pacificación' con el nazismo estaba de algún modo inspirada en la 'indirección', y quien recomendaba entonces la lectura de Liddell Hart con tanto entusiasmo como hoy el Papa.  El gobierno tory de Winston Churchill puso en segundo lugar la doctrina de Liddell Hart, y en primer lugar otras muy otras, tanto para armar la defensa nacional como para interpretar la ofensiva enemiga. En las declaraciones atribuidas por él textualmente a los estrategas alemanes de 1939 y 1940, Liddell Hart encontraba una reivindicación a posteriori contra la colocación en un segundo rango de sus  opiniones.
 
Los historiadores militares que las han buscado independientemente, no han encontrado referencia ninguna a Liddell Hart en Alemania o en boca de alemanes en el período de entre guerras, en la guerra, o en la posguerra antes de que estas bocas militares selectas se abrieran, en cautiverio, para hablarle a su interrogador oficial, Liddell Hart en persona, y decirle lo que quería oír.
 
No faltó quien fuera más lejos, y dijera que la difusión del concepto de Blitzkrieg, como si esta palabra hubiera denominado a un principio estratégico vigente en 1940, es un gran éxito literario de Liddell Hart: necesitaba forjar la hegemonía y consistencia de un principio rector de la estrategia alemana, y ofrecer una configuración de él que se pareciera a lo que él había configurado previamente, para entonces poder hacer derivar la estrategia del Blitzkrieg (caracterizada por él en 1948, dotada de una serie de rasgos que habrían regulado la ofensiva europea de 1940) de la estrategia del Indirect Approach (también diseñada por él, pero en 1929).
Otra fuente de posguerra que consigna la influencia de la estrategia Liddell Hart en la invasión del Reich alemán son las memorias de Heinz Guderian, Generaloberst de las divisiones de Blindados, Erinnerungen eines Soldaten. Pero esta información figura en la traducción al inglés de 1952, con prólogo del propio Liddell Hart, y no hay huella alguna ni alusión ninguna de esa influencia en el primer texto original alemán.
Según la viuda de Liddell Hart, habría sido el propio ex capitán quien sugirió a la traductora la inclusión en el texto inglés de la información acerca de su influencia sobre el autor de la autobiografía. Guderian introdujo después la mención a Liddell Hart, porque el propio Liddell Hart le escribió reclamándosela.
 
En 1944, Liddell Hart fue 'caminado' por los servicios de inteligencia británicos, por el MI5.  Sus llamadas telefónicas y su correspondencia epistolar fueron interceptadas, porque el estratega había hecho circular un folleto, Some Reflections on the Problems of Invading the Continent, donde hacía reflexiones exactas y válidas inferencias sobre el inminente desembarco aliado en Normandía, que la inteligencia británica creyó que sólo podían ser fruto de una filtración.
La investigación demostró que esto no era así, que se trataba del acierto de la inteligencia especulativa de Liddell Hart, que no fue molestado. Y que él tampoco había sido la supuesta fuente de una filtración -que nunca había existido- del general Alfred Pile, a cargo de las defensas antiaéreas de Gran Bretaña.
 
La biografía Liddell Hart: A Study of his Military Thought, publicada en 1977 por su amigo el historiador militar Brian Bond, señala la influencia de Liddell Hart en la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967. Una influencia desestimada después por fuentes militares y académicas israelíes. 
 
En suma, Liddell Hart sólo vivió, alternativamente, períodos de mucho reconocimiento que alternaron con otros de extremo reconocimiento. Él se había ocupado de obtenerlo, a través del estímulo, o fabricación, de la comprobación a posteriori de sus dotes analíticas, o proféticas.
Los libros de las décadas de la Segunda Posguerra, donde informó al mundo de su propia influencia en las campañas más exitosas de la Wehrmacht, fueron reseñados con entusiasmo. Confirmaban o revelaban una tesis patriótica, a priori halagüeña para los Vencedores. La Alemania nazi, a la que retrospectivamente podían ahora reprochar su esterilidad intelectual, sólo habría obtenido sus  victorias fulminantes gracias a recetas copiadas de un estratega inglés y conservador. Que no era otro que el autor de la Aproximación indirecta.
 
Sólo después de la muerte de Liddell Hart en 1970 declinó la lectura beata y acrítica de su obra histórica. Pero las mistificaciones favorecidas por el autor sobre determinados hechos del pasado ni ayudan ni vulneran, hay que decirlo, el valor o la vigencia de su teoría estratégica.   
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Liddell Hart


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