Revista Invisibles
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Año 5 / Número 22 / Diciembre 2017
reseña

De boliche en boliche


La novela negra entendida como un homenaje a lecturas y autores favoritos es la propuesta de Guillermo Piro en una trama policial que se deja llevar por las digresiones y el goce literario sin descuidar el desarrollo de una minuciosa, tenaz pesquisa.

Por Juan Maisonnave
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La comedia de una madre
Guillermo Piro
Negro absoluto, 2017
Una mujer de unos sesenta y cinco años, vestida de riguroso negro, frecuenta todos los viernes y sábados por la madrugada las discotecas del Conurbano. Busca atrapar a un violador. El violador de doce mujeres al que, según ella, confundieron con su hijo. Es decir, parte de la hipótesis de que anda suelto otro hombre idéntico a su hijo hasta en el más mínimo de sus rasgos, parecido que le valió ser señalado por las doce víctimas en rueda de reconocimiento y puesto tras las rejas. Hasta aquí, el argumento de La comedia de una madre, de Guillermo Piro. Claro que este resumen deja afuera lo mejor de una novela que, como diría Néstor Sánchez, no se puede contar por teléfono.

Publicada en Negro absoluto, colección al cuidado de Juan Sasturain dedicada al policial, La comedia de una madre no descuida el género, pero toma desvíos que por momentos lo suspenden. El narrador se demora en los entretelones de la hiperactividad mediática y judicial que provoca un crimen de estas carac-terísticas. Analiza la conducta de los periodistas, de la sociedad y de la propia madre del imputado con implacable lucidez, revelando una puesta en escena donde cada parte quiere sacar su tajada. Para este narrador minucioso, nada de lo que hacen sus personajes resulta ingenuo o intrascendente, ni siquiera pedir un té con limón. Puede discurrir durante página y media sobre el uso de los anteojos negros y conectarlo con lo que se espera de una persona sometida al escarnio mediático: “Lo esencial es convertirse en el espejo más fiel posible del dolor, y el dolor no se cuida, no es bello ni prolijo”. 

La pesquisa de Angélica Casao, madre de Raimundo Curcio, encarcelado por presunto violador, consiste en recorrer boliches del Conurbano en orden alfabético y esperar. A veces entra y toma un trago en la barra, otras espera sentada en un bar, frente a la discoteca, con la mirada atenta. Anda suelto un violador físicamente igual a su hijo. Es lo que le indica la intuición. “La intuición es el olfato conectado al alma. ¿El alma? Sí, ya saben, la psiquis, la conciencia, pónganle el nombre que quieran”. Todo el tiempo la narración de la pesquisa se detiene en observaciones de este tipo. Es intervenida, además, por citas de escritores (Chesterton, Thomas Mann, Irving Wallace, Héctor A. Murena), que irrumpen entre párrafos reforzando el sentido de una situación previa o simplemente invitando a detener la lectura por unos segundos y disfrutar de una idea formulada con maestría.

Las elucubraciones de Angélica Casao, y sus experiencias en el mundo nocturno al que ingresa, ponen a funcionar una maquinaria digresiva que las desborda y las convierte en un material narrativo más interesante. Guillermo Piro abandona a su personaje por un rato y, siguiendo las ideas de Foucault, dedica un párrafo al sistema penal moderno. O se explaya sobre el acto de tejer, la espera, la relación entre inmovilidad y silencio. Lo hace siempre con mucha gracia, volviendo atrapante cualquier tema, y logra a veces pasajes de singular lirismo. Un ejemplo: “No importa qué se teja, es decir, qué pericia requiera: se teje, se piensa y se oye música. Y así pasa el tiempo, y así pasan las estaciones, ya se percibe a la gente subiendo y bajando del tren, pero nada de ello atrae demasiado la atención, todo sucede a un nivel más subalterno, inferior”. La novela negra convertida en campo fértil para la reflexión de ideas diversas. Es particularmente atractiva la que gira en torno a los conceptos de la felicidad y el sentido de la vida, tan caros a los gurúes de la autoayuda y el discurso motivacional. Por su extensión es preferible no transcribirla aquí, y un extracto no le haría justicia. De modo que invito a los lectores a buscar en las páginas 86 y 87 del libro (con las debidas disculpas al autor, léanlo aunque sea de parados, en una librería, que vale la pena). 

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El autor
La comedia de una madre es un relato policial y también es una celebración del relato y sus posibilidades. La trama principal habilita la entrada de otras historias y otras narraciones, como un juego de cajas chinas. Esto sucede con el cuento de Spencer Holst, La cebra cuentista, y con un experimento del siglo XIX contado por el conductor de un programa de radio. Y, sobre todo, sucede con una verdadera novela dentro de la novela, la investigación de los periodistas del Daily Times acerca de Tillie Majczec. Es la historia de una madre que ofreció una recompensa en los clasificados del diario a quien hallara al culpable de un asesinato por el que habían condenado a su hijo. El narrador total de Piro, una especie de director de teatro que no guarda reparos en desnudar las manipulaciones propias de toda obra a medida que dirige una, va un paso más allá y pareciera enseñarnos lo que hay detrás de bambalinas, el material que acaso sirvió como disparador al autor para sentarse a escribir el libro que estamos leyendo.

En su Poética, Aristóteles afirma que la comedia es una imitación de los hombres peores de lo que son. En el inicio de la novela, Angélica interpreta bien su papel. Después, demuestra que era mucho mejor de lo que parecía en la televisión o, en todo caso, demuestra coraje y tenacidad. Conserva la dignidad durante toda su ronda nocturna y no queda olvidada por el narrador en el bosque de citas y referencias que la rodea. A propósito de eso, cada vez que el texto menciona al violador perseguido lo llama sosias, que por definición es una persona tan parecida a otra que puede ser confundida con ella. Pero Sosias es un personaje de la comedia Anfitrión, de Plauto, y de allí proviene la palabra. El goce por la literatura atraviesa de punta a punta La comedia de una madre y se impone en forma de glosa, de subrayados, de guiños y alusiones. Sus 140 páginas contienen en realidad muchas más, leídas y apropiadas, a las que el autor rinde un justo homenaje. 

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