Año 7 / Número 25 / Marzo 2019
Entrevista a las integrantes de Piel de lava
Revista Invisibles conversó con el colectivo teatral Piel de Lava, compuesto por Pilar Gamboa (PI), Elisa Carricajo (EL), Laura Paredes (LA), Valeria Correa (VA). Las cuatro actrices y dramaturgas construyeron a lo largo de dieciséis años una obra personal que las colocó en el centro de la escena del teatro independiente porteño. El año pasado, convocadas por Vivi Tellas al programa “Artista en residencia”, hicieron una retrospectiva de todas sus obras y el Complejo Teatral de Buenos Aires les produjo una nueva: Petróleo. Conversamos con ellas acerca de las líneas narrativas que se articulan en la obra, el proceso creativo, la mirada que despliegan sobre la sociabilidad masculina, el mundo del trabajo, el dragueo y las formas de hacer explotar (o implosionar) los mandatos de género.
“Nos interesaba performar el otro género, no burlarnos de él”
INVISIBLES: ¿Cómo nace Petróleo? ¿Cuándo se dieron cuenta de que tenían una obra?
Pilar Gamboa: Nos dimos cuenta el día del estreno, cuando salimos a escena.
Elisa Carricajo: Nosotras no tenemos las obras escritas antes de hacerlas. Tenemos un cierto planteo de obra, pero las vamos escribiendo durante el proceso. Hacemos muchas reuniones, charlamos. Nunca nos juntamos a escribir. De hecho, no sé cómo sería eso (risas). No es que una se sienta a escribir y las otras, en un Drive, corrigen esa escritura. Es más orgánico: una trae, se lleva, corrige, se prueba, se lo lleva otra, escribe o reescribe, lo probamos en escena de nuevo. A veces armamos croquis o escaletas.
Pilar Gamboa: En el caso de Petróleo, a diferencia de nuestras obras anteriores, teníamos una fecha de estreno pactada. Entonces el proceso de escritura fue distinto. Había menos posibilidades de llevar y probar. Nos juntábamos y hablábamos. Hablamos mucho. En los ensayos en el Sarmiento, la gente del teatro se preguntaba cuándo íbamos a usar el escenario, cuándo íbamos a ensayar. Porque nosotras llegábamos, nos sentábamos alrededor de una mesa y conversábamos. Terminamos llevando esa mesa al escenario, para que se viera que hacíamos algo parecido al teatro convencional. Para Petróleo, como decía Eli, hubo reuniones de dramaturgia y fuimos armando una escaleta, como se hace en el cine. Cada una decía: “Bueno, yo me siento capaz de escribir este momento.” Lo escribía, lo mandaba y otra lo corregía. Lo que empieza a pasar con Piel de Lava es que en un punto ya no se sabe de quién son los textos que circulan.
INVISIBLES: En una entrevista contaban que primero nacen los procedimientos y después viene la narración. ¿Cuáles son esos procedimientos en Petróleo?
Elisa Carricajo: Narrativamente, teníamos algunas líneas prediseñadas: sabíamos que el Palla era el nuevo y que traía algunas novedades. Era un personaje enigmático. Ese era el motor del relato. No había mucho más. La obra se fue armando en función de lo que aparecía en la actuación, en estos ejercicios de masculinizarse.
Pilar Gamboa: Sabíamos que íbamos a actuar de varones y que iban a ser petroleros. No había nada más.
Valeria Correa: Los procedimientos de Petróleo están muy ligados a la actuación. Con hacer de varones. En Tren (2010) éramos unas evangelistas que viajábamos a un congreso de mujeres en Mar del Plata y, si bien cada una hacía tres personajes, que de por sí es un mecanismo de actuación bastante grande y contundente para una obra chica, el procedimiento en sí no lo era: estábamos todo el tiempo sentadas con una pantalla detrás que proyectaba el paisaje. Ese era el procedimiento de la obra. Acá, está directamente asociado a hacer de hombres, con todo lo que eso implica.
INVISIBLES: ¿Cómo nace Petróleo? ¿Cuándo se dieron cuenta de que tenían una obra?
Pilar Gamboa: Nos dimos cuenta el día del estreno, cuando salimos a escena.
Elisa Carricajo: Nosotras no tenemos las obras escritas antes de hacerlas. Tenemos un cierto planteo de obra, pero las vamos escribiendo durante el proceso. Hacemos muchas reuniones, charlamos. Nunca nos juntamos a escribir. De hecho, no sé cómo sería eso (risas). No es que una se sienta a escribir y las otras, en un Drive, corrigen esa escritura. Es más orgánico: una trae, se lleva, corrige, se prueba, se lo lleva otra, escribe o reescribe, lo probamos en escena de nuevo. A veces armamos croquis o escaletas.
Pilar Gamboa: En el caso de Petróleo, a diferencia de nuestras obras anteriores, teníamos una fecha de estreno pactada. Entonces el proceso de escritura fue distinto. Había menos posibilidades de llevar y probar. Nos juntábamos y hablábamos. Hablamos mucho. En los ensayos en el Sarmiento, la gente del teatro se preguntaba cuándo íbamos a usar el escenario, cuándo íbamos a ensayar. Porque nosotras llegábamos, nos sentábamos alrededor de una mesa y conversábamos. Terminamos llevando esa mesa al escenario, para que se viera que hacíamos algo parecido al teatro convencional. Para Petróleo, como decía Eli, hubo reuniones de dramaturgia y fuimos armando una escaleta, como se hace en el cine. Cada una decía: “Bueno, yo me siento capaz de escribir este momento.” Lo escribía, lo mandaba y otra lo corregía. Lo que empieza a pasar con Piel de Lava es que en un punto ya no se sabe de quién son los textos que circulan.
INVISIBLES: En una entrevista contaban que primero nacen los procedimientos y después viene la narración. ¿Cuáles son esos procedimientos en Petróleo?
Elisa Carricajo: Narrativamente, teníamos algunas líneas prediseñadas: sabíamos que el Palla era el nuevo y que traía algunas novedades. Era un personaje enigmático. Ese era el motor del relato. No había mucho más. La obra se fue armando en función de lo que aparecía en la actuación, en estos ejercicios de masculinizarse.
Pilar Gamboa: Sabíamos que íbamos a actuar de varones y que iban a ser petroleros. No había nada más.
Valeria Correa: Los procedimientos de Petróleo están muy ligados a la actuación. Con hacer de varones. En Tren (2010) éramos unas evangelistas que viajábamos a un congreso de mujeres en Mar del Plata y, si bien cada una hacía tres personajes, que de por sí es un mecanismo de actuación bastante grande y contundente para una obra chica, el procedimiento en sí no lo era: estábamos todo el tiempo sentadas con una pantalla detrás que proyectaba el paisaje. Ese era el procedimiento de la obra. Acá, está directamente asociado a hacer de hombres, con todo lo que eso implica.
INVISIBLES: Petróleo propone al público una cierta idea sobre la sociabilidad masculina. ¿Qué les interesó en particular de esa sociabilidad para ponerla en escena?
Valeria Correa: La verdad es que nos fuimos dando cuenta en el proceso de las capas que tenía la obra. La pregunta por la sociabilidad masculina, ese tipo de análisis, vino después. Trabajamos con Sasa Testa, que nos ayudó con el proceso de drag king.
Elisa Carricajo: Sasa está haciendo su tesis sobre drag kings. Ahora mismo se define como gender fluid. Hizo su propio proceso de masculinización y estudia eso. Nos ayudó con un montón de cosas concretas, físicas.
Valeria Correa: Nos decía que hay algo de la mujer que está reducido al ámbito hogareño, al interior, mientras que el hombre siempre ocupa el espacio público. En la obra esto se invierte: estamos en la intimidad de los hombres, en su casa-tráiler. Se da lo que vos decías, esa sociabilidad masculina, durante la convivencia en lo íntimo del tráiler. La obra en cierta medida escenifica un secreto que todos conocemos, pero no está muy tratado.
INVISIBLES: Charlando con espectadores varones y mujeres de Petróleo, da la impresión de que cuando uno viene a ver la obra pasa por un proceso de identificación: ése es mi papá, ése es mi hermano; aquél, mi amigo. Sin embargo, los personajes no parecen ceñirse a un registro realista. Uno rápidamente reconoce al Carli de su grupo o puede identificar al Palla, que tiene un costado más sensible explícito. Formosa, en cambio, está un poco corrido del realismo, parece Harpo Marx. ¿Cómo fue la construcción de los personajes?
Valeria Correa: Eso tiene que ver con la forma que cada una encontró para llevar la masculinidad. Exactamente lo mismo les pasa a los hombres. Y a las mujeres con lo femenino. Tenemos que resaltar algunos aspectos de lo femenino para que se sostenga la femineidad y que la mirada del otro nos registre como “minitas”. Formosa actúa una masculinidad porque quizás el cuerpo, el tamaño físico no le da. Y todo el tiempo subraya su agresividad, pero en realidad es pura carcaza para sobrevivir.
Elisa Carricajo: Sí, pero en un momento abandonamos la pretensión de que todo tuviera su cuota de realismo. Porque, en definitiva, ¿qué sería una obra realista? Con las voces pasó lo mismo. Dejamos de esforzarnos por conseguir una determinada voz. Que cada una hiciese la que le saliera mejor. Y con esa voz que cada una alcanzaba, había que ir a fondo. Porque era la voz que cada una podía hacer y a partir de la cual construir un verosímil, no necesariamente realista en cada caso.
Pilar Gamboa: Para mí lo interesante es que no hay parodia. A nosotras lo que nos interesaba era el dragueo. Performar el otro género, no burlarnos de él. Lo que vemos siempre en las ficciones es que si un hombre hace de mujer, la burla. Es paródico. Obvio que el humor es clave. Es nuestra manera de comunicarnos. Pero acá el desafío fue hacerlo de verdad. Nos interesaba esa búsqueda. Si yo ahora me pongo una barba y voy vestida de Carli a un bar, la victoria es que no me reconozcan como mujer. En Petróleo queríamos performar el otro género de verdad, con la verdad. Más allá de las voces, más allá de los gestos, cuando uno tiene conciencia de la verdad en la actuación el resultado se nota. Lo mismo pasa con las personas que durante un tiempo performaron un género y se dieron cuenta de que no era el que sentían. Eso siempre se hace desde un lugar de verdad. A nosotras también nos interesaba eso para la construcción de los personajes. Por otra parte, nos dimos cuenta de que la masculinidad estaba mucho más cerca de lo que creíamos.
INVISIBLES: ¿En qué sentido?
Pilar Gamboa: Hacíamos este ejercicio. Nos sentábamos como siempre, con energía femenina, digamos, y en cinco pasos teníamos que volvernos varones. Ya en el segundo, aparecía algo muy masculino. Cómo ocupábamos el espacio, cómo nos sentábamos de otra manera, en la mirada… Enseguida aparecía la energía masculina. Está mucho más cerca de lo que yo creía.
Valeria Correa: Una se pasó toda la vida observando la dualidad impuesta. Nosotras somos las mujeres; ellos, los hombres. Toda la vida sometidos a esa dualidad, observándola, alimentándonos de ella, construyendo nuestra vida en torno a ella. Tenemos muchísima información sobre cómo debe ser un hombre y cómo una mujer. Ponés el cuerpo y aparece. Y podés hacer humor con eso porque de algún modo sos eso.
Elisa Carricajo: Masculinizarse no es tan extraño. Actuar tiene que ver con trabajar sobre lo que uno es, o irse desplazando un poco de lo que uno es hacia otro registro expresivo. Y con el género hay un tabú.
Valeria Correa: Exacto. Si yo hiciera de extraterrestre, ¿cuál sería la diferencia?
Elisa Carricajo: O de rusa. Todas hemos hecho personajes con una fuerte carga compositiva. Pero parece que transgredir el género todavía es como una locura. Estoy hablando de nuestra generación. Para las generaciones venideras, seguramente no lo sea.
Valeria Correa: Ahora se puede hacer, antes estaba prohibido. Se podía interpretar animales, pero cambiar de género...
Elisa Carricajo: Para alguien que tiene entrenados los mecanismos de actuación es casi lo mismo componer otro género que componer un alien. Los procedimientos que se ponen en juego son los mismos: la observación, la conciencia del cuerpo.
Valeria Correa: La verdad es que nos fuimos dando cuenta en el proceso de las capas que tenía la obra. La pregunta por la sociabilidad masculina, ese tipo de análisis, vino después. Trabajamos con Sasa Testa, que nos ayudó con el proceso de drag king.
Elisa Carricajo: Sasa está haciendo su tesis sobre drag kings. Ahora mismo se define como gender fluid. Hizo su propio proceso de masculinización y estudia eso. Nos ayudó con un montón de cosas concretas, físicas.
Valeria Correa: Nos decía que hay algo de la mujer que está reducido al ámbito hogareño, al interior, mientras que el hombre siempre ocupa el espacio público. En la obra esto se invierte: estamos en la intimidad de los hombres, en su casa-tráiler. Se da lo que vos decías, esa sociabilidad masculina, durante la convivencia en lo íntimo del tráiler. La obra en cierta medida escenifica un secreto que todos conocemos, pero no está muy tratado.
INVISIBLES: Charlando con espectadores varones y mujeres de Petróleo, da la impresión de que cuando uno viene a ver la obra pasa por un proceso de identificación: ése es mi papá, ése es mi hermano; aquél, mi amigo. Sin embargo, los personajes no parecen ceñirse a un registro realista. Uno rápidamente reconoce al Carli de su grupo o puede identificar al Palla, que tiene un costado más sensible explícito. Formosa, en cambio, está un poco corrido del realismo, parece Harpo Marx. ¿Cómo fue la construcción de los personajes?
Valeria Correa: Eso tiene que ver con la forma que cada una encontró para llevar la masculinidad. Exactamente lo mismo les pasa a los hombres. Y a las mujeres con lo femenino. Tenemos que resaltar algunos aspectos de lo femenino para que se sostenga la femineidad y que la mirada del otro nos registre como “minitas”. Formosa actúa una masculinidad porque quizás el cuerpo, el tamaño físico no le da. Y todo el tiempo subraya su agresividad, pero en realidad es pura carcaza para sobrevivir.
Elisa Carricajo: Sí, pero en un momento abandonamos la pretensión de que todo tuviera su cuota de realismo. Porque, en definitiva, ¿qué sería una obra realista? Con las voces pasó lo mismo. Dejamos de esforzarnos por conseguir una determinada voz. Que cada una hiciese la que le saliera mejor. Y con esa voz que cada una alcanzaba, había que ir a fondo. Porque era la voz que cada una podía hacer y a partir de la cual construir un verosímil, no necesariamente realista en cada caso.
Pilar Gamboa: Para mí lo interesante es que no hay parodia. A nosotras lo que nos interesaba era el dragueo. Performar el otro género, no burlarnos de él. Lo que vemos siempre en las ficciones es que si un hombre hace de mujer, la burla. Es paródico. Obvio que el humor es clave. Es nuestra manera de comunicarnos. Pero acá el desafío fue hacerlo de verdad. Nos interesaba esa búsqueda. Si yo ahora me pongo una barba y voy vestida de Carli a un bar, la victoria es que no me reconozcan como mujer. En Petróleo queríamos performar el otro género de verdad, con la verdad. Más allá de las voces, más allá de los gestos, cuando uno tiene conciencia de la verdad en la actuación el resultado se nota. Lo mismo pasa con las personas que durante un tiempo performaron un género y se dieron cuenta de que no era el que sentían. Eso siempre se hace desde un lugar de verdad. A nosotras también nos interesaba eso para la construcción de los personajes. Por otra parte, nos dimos cuenta de que la masculinidad estaba mucho más cerca de lo que creíamos.
INVISIBLES: ¿En qué sentido?
Pilar Gamboa: Hacíamos este ejercicio. Nos sentábamos como siempre, con energía femenina, digamos, y en cinco pasos teníamos que volvernos varones. Ya en el segundo, aparecía algo muy masculino. Cómo ocupábamos el espacio, cómo nos sentábamos de otra manera, en la mirada… Enseguida aparecía la energía masculina. Está mucho más cerca de lo que yo creía.
Valeria Correa: Una se pasó toda la vida observando la dualidad impuesta. Nosotras somos las mujeres; ellos, los hombres. Toda la vida sometidos a esa dualidad, observándola, alimentándonos de ella, construyendo nuestra vida en torno a ella. Tenemos muchísima información sobre cómo debe ser un hombre y cómo una mujer. Ponés el cuerpo y aparece. Y podés hacer humor con eso porque de algún modo sos eso.
Elisa Carricajo: Masculinizarse no es tan extraño. Actuar tiene que ver con trabajar sobre lo que uno es, o irse desplazando un poco de lo que uno es hacia otro registro expresivo. Y con el género hay un tabú.
Valeria Correa: Exacto. Si yo hiciera de extraterrestre, ¿cuál sería la diferencia?
Elisa Carricajo: O de rusa. Todas hemos hecho personajes con una fuerte carga compositiva. Pero parece que transgredir el género todavía es como una locura. Estoy hablando de nuestra generación. Para las generaciones venideras, seguramente no lo sea.
Valeria Correa: Ahora se puede hacer, antes estaba prohibido. Se podía interpretar animales, pero cambiar de género...
Elisa Carricajo: Para alguien que tiene entrenados los mecanismos de actuación es casi lo mismo componer otro género que componer un alien. Los procedimientos que se ponen en juego son los mismos: la observación, la conciencia del cuerpo.
“La obra funciona porque está viva; si el teatro no está vivo, es un bajón”
INVISIBLES: El pogo es uno de los puntos más altos de Petróleo. La fuerza de esa escena está dada, en parte, porque el pogo es una gran experiencia colectiva. ¿Lo ven así? ¿Cómo la concibieron?
Valeria Correa: El pogo es una experiencia colectiva, pero de hombres. Nosotras fuimos a muchos recitales en los 90. Queríamos estar en el pogo como todos, nos moríamos de ganas de participar, pero nos daban miedo los golpes. Bueno, esa no es la respuesta a tu pregunta (risas). Pero es una parte.
Elisa Carricajo: De algún modo, es un gesto para recuperar algo que culturalmente nos pertenece, como la cultura del rock. Si formamos parte de esa cultura, ¿por qué no podemos meternos al pogo? Hay el reconocimiento de una falta ahí: esta fiesta no nos incluye.
Valeria Correa: Sí nos aceptan como groupies, en el camarín.
Pilar Gamboa: Cuando fui al recital de El mató…, en Niceto, vi el pogo desde arriba. Todos chabones semidesnudos. Era medio erótico. Lo que en una primera impresión me parecía violento, de repente se me revelaba como una escena de cuerpos sudados agarrándose. Una siempre lo vio desde afuera, siempre estuvo vedado, porque si entrabas, te fajaban. Así que dijimos: “Vamos a hacer un pogo nosotras.” Porque nosotras hicimos miles de pogos en departamentos, en fiestas, incluso con amigos varones. Yo recuerdo un pogo en un living, un pogo de verdad, contra los sillones. Parecía Cemento ese living.
INVISIBLES: Es muy buena la composición de esa escena. El contraste en el sonido pareciera señalar una liberación o el pasaje a la locura del grupo: por un lado, el pogo y ustedes cantando; por el otro, el ruido constante, asordinado de la trepanación.
Valeria Correa: El pozo que habla... Sí, siempre en la estructura de nuestras obras hay un momento explosivo, un pico hacia el que vamos.
Pilar Gamboa: Fue todo muy inconsciente. Ahora pensamos y analizamos la obra con los demás, pero la creación de Petróleo fue sobre todo desde un lugar inconsciente. No es que dijimos: “Viene el pogo y a partir de ahí ellos entran en una zona…” Fue un vómito Petróleo. Salió a borbotones. Fuimos probando cosas desde un lugar inconsciente. Eso es algo muy interesante que tiene la creación: el punto ciego desde el que uno crea no tiene estrategias. Es simplemente una necesidad de poner y poner y poner. Y también sacar, aunque te hayas encariñado con una parte. Pero al principio, todo es muy inconsciente. Después, cuando el collar queda armado y uno lo saca a la cancha y empieza a encontrarse con las respuestas de la gente, a conversar con las personas sobre la obra, una también la termina de entender.
INVISIBLES: ¿Siguen sacando o agregando cosas?
Valeria Correa: Sí. Cositas. Hasta el día de hoy seguimos sacando o agregando. Es una obra que está viva. El teatro, si no está vivo, es un bajón. La obra funciona porque está viva y nosotras estamos pendientes. Cada función experimentamos con algo. Nos decimos: “Hoy probemos cinco segundos más de esto, no tan así, acá que caiga más, voy a probar este texto.” Cositas. La estructura no la tocamos.
Pilar Gamboa: No está liberada a la improvisación, tampoco. La estructura no se toca. Lo que nosotras vamos haciendo, como suele hacerse en el teatro, es ir perilleando. Como si tuvieras una consola. Desde esa consola ajustás, te fijás lo que pasa. A este tramo se lo está comiendo la risa, ecualicemos más por acá, bajemos esta perilla…Uno va ecualizando, sobre todo en obras como ésta, que son tan festivas y que el público está tan presente, para no ir a favor de una sola cosa, como puede ser la risa. Cuando termina la función, nosotras hablamos mucho. La obra está muy viva, muy pensada y hablada.
INVISIBLES: Dos líneas narrativas se articulan en Petróleo, la de la sociabilidad masculina y la crítica al capitalismo a través de las duras condiciones de trabajo de los petroleros. ¿Cómo articularon la segunda línea con la primera?
Pilar Gamboa: Al principio, un poco nos asustamos. Hombres y obreros. ¿Qué vamos a opinar sobre ambos? Como te decía, el proceso fue inconsciente. Teníamos a unos tipos abandonados alrededor de un pozo seco y un ingeniero medio fantasma que viene y ordena: “Síganle metiendo líquido por la directa.” Y se va. Eso es lo que teníamos. Todo lo otro surge más tarde.
Laura Paredes: Aunque esa inconsciencia que marca Pilar después te revela que en realidad tenías mucha opinión sobre el tema, y un pensamiento acerca de eso. Tenían que ser trabajadores porque, en un sistema patriarcal, los hombres también son víctimas de ese patriarcado. Obreros sobreactuando la masculinidad para sobrevivir. La elección puede parecer ingenua, pero enseguida notás que nunca es ingenua. El cuerpo te lleva ahí por algo y empezás a ver qué hacer con eso.
Valeria Correa: Después, sí, buscamos información concreta sobre las condiciones de trabajo para no errarle.
Pilar Gamboa: Tuvimos hasta una charla sobre anarquismo. Vino un amigo nuestro, Juan Laxagueborde. Hicimos un ensayo con él para que nos explicara el anarquismo. Qué quedó de eso, no sé. Pero fue buenísimo.
Valeria Carricajo: Quedó. La conclusión fue que, más allá del anarquismo como identidad o experiencia política, ser anarquista es justamente hacer lo que vos quieras. El anarquismo real puede ser lo que vos quieras, donde quieras. Eso influyó para la fiesta del final, donde de algún modo ellos lo ponen en práctica y hacen lo que se les canta. La obra es anarquista.
Elisa Paredes: La fiesta del final es anarquismo.
Pilar Gamboa: En ese punto, ellos empiezan a coquetear con la energía femenina y el pozo deja de producir. Ellos le sacan la usina al pozo y dejan de producir todo: dejan de producir género, dejan de producir petróleo. Sencillamente, dejan de producir.
Pilar Gamboa: Al principio, un poco nos asustamos. Hombres y obreros. ¿Qué vamos a opinar sobre ambos? Como te decía, el proceso fue inconsciente. Teníamos a unos tipos abandonados alrededor de un pozo seco y un ingeniero medio fantasma que viene y ordena: “Síganle metiendo líquido por la directa.” Y se va. Eso es lo que teníamos. Todo lo otro surge más tarde.
Laura Paredes: Aunque esa inconsciencia que marca Pilar después te revela que en realidad tenías mucha opinión sobre el tema, y un pensamiento acerca de eso. Tenían que ser trabajadores porque, en un sistema patriarcal, los hombres también son víctimas de ese patriarcado. Obreros sobreactuando la masculinidad para sobrevivir. La elección puede parecer ingenua, pero enseguida notás que nunca es ingenua. El cuerpo te lleva ahí por algo y empezás a ver qué hacer con eso.
Valeria Correa: Después, sí, buscamos información concreta sobre las condiciones de trabajo para no errarle.
Pilar Gamboa: Tuvimos hasta una charla sobre anarquismo. Vino un amigo nuestro, Juan Laxagueborde. Hicimos un ensayo con él para que nos explicara el anarquismo. Qué quedó de eso, no sé. Pero fue buenísimo.
Valeria Carricajo: Quedó. La conclusión fue que, más allá del anarquismo como identidad o experiencia política, ser anarquista es justamente hacer lo que vos quieras. El anarquismo real puede ser lo que vos quieras, donde quieras. Eso influyó para la fiesta del final, donde de algún modo ellos lo ponen en práctica y hacen lo que se les canta. La obra es anarquista.
Elisa Paredes: La fiesta del final es anarquismo.
Pilar Gamboa: En ese punto, ellos empiezan a coquetear con la energía femenina y el pozo deja de producir. Ellos le sacan la usina al pozo y dejan de producir todo: dejan de producir género, dejan de producir petróleo. Sencillamente, dejan de producir.
INVISIBLES: Valeria hablaba de la búsqueda de información concreta sobre las condiciones de trabajo. ¿Qué encontraron sobre eso?
Pilar Gamboa: Leímos un texto de Hernán Palermo, un antropólogo de CONICET. Apareció en la mitad del proceso y nos reveló grandes cosas. Es un libro [1] sobre la masculinidad en el mundo del petróleo que analiza la estructura patriarcal y cómo las masculinidades operan dentro de la estructura patriarcal plenamente a favor del capitalismo. Es un mundo en donde si vos decís que te duele la rodilla, sos un maricón. Entonces, los tipos aguantan todo el dolor físico y siguen produciendo. Siguen produciendo para el capital y para el pozo petrolero.
“Petróleo bromea con los campos de sensibilidad que deja afuera la construcción de género”
INVISIBLES: La obra trabaja sobre la mirada masculina. En general, en la historia del arte, el varón es el que mira y la mujer, el objeto de la mirada. Acá hay un trabajo de mujeres sobre la mirada de los varones entre sí.
Laura Paredes: La mirada masculina está muy sesgada por lo que los otros hombres ven. Mucho más que la femenina. Me acuerdo de que leí una conversación con Rita Segato y ella decía que en las entrevistas que les había hecho a violadores en las cárceles, el 99% tenía por interlocutor a un hombre. Ellos habían violado por el padre, por el hermano, en diálogo mental con ellos.
Elisa Carricajo: Para demostrar su masculinidad.
Laura Paredes: Exacto. Nos dimos cuenta de que la masculinidad iba a aparecer en Petróleo por los vínculos entre nosotros y no tanto por la composición de los personajes. Empezamos a ser hombres en escena cuando surgieron comportamientos masculinos entre ellos. El estar alerta, la tensión de te pongo una cucaracha en el plato o un animal en la cama, estar todo el tiempo preguntándose “¿Qué piensan de mí?”. Me acuerdo que aparecía con el Carli: “No soy un pelotudo, no crean que soy un pelotudo”. Todo el tiempo está revolviendo el avispero para que no crean que es un pelotudo.
Valeria Correa: Como policías del género, ¿no?
Laura Paredes: Pero la complicidad femenina parece que no fuera tan condicionante como la masculina para los hombres. Da esa sensación. Quizás es porque la mirada que importa es la masculina.
Elisa Carricajo: Hay como algo en la intimidad de lo femenino que se relaja, ¿no? Cuando estás entre mujeres, no se actúa tanto la feminidad. En cambio, en la intimidad masculina los hombres sobreactúan la masculinidad.
Laura Paredes: Eso pasa todo el tiempo en el tráiler. Sobreactúan para el resto, para que no se terminen poniendo tacos.
Pilar Gamboa: Tampoco nos interesaba para nada que hubiese una lectura gay de la obra. No queríamos hablar de eso.
Elisa Carricajo: La obra está mucho antes de cualquier relación homoerótica. Arranca con una situación de contacto. Todo un chiste sobre una situación de contacto. Cualquier mujer que vos conocés en cualquier lado, le decís: “Che, qué lindo esto, me encanta, te queda re lindo” [Elisa toca la campera de Laura]. No sabés quién es, pero le tocaste la pilcha en un segundo. No es problemático. En Petróleo, toda la gracia y el humor de una escena están en la pregunta de si querés tocar, ¿entendés?
Laura Paredes: Un tapado de piel, además. No sólo se lo pone, les ofrece tocarlo.
Elisa Paredes: Y ahí aparece la fiesta del final, todo un campo de sensibilidad que estaba inhabilitado para ellos, el del placer, el del tacto. El Formo termina poniéndose crema. Una cosa agradable. Con chabones que están todo el día ahí en el polvo. ¿Por qué no podrían ponerse una crema, algo súper básico? Petróleo bromea con los campos de sensibilidad que deja afuera la construcción de género para todos nosotres.
Pilar Gamboa: Leímos un texto de Hernán Palermo, un antropólogo de CONICET. Apareció en la mitad del proceso y nos reveló grandes cosas. Es un libro [1] sobre la masculinidad en el mundo del petróleo que analiza la estructura patriarcal y cómo las masculinidades operan dentro de la estructura patriarcal plenamente a favor del capitalismo. Es un mundo en donde si vos decís que te duele la rodilla, sos un maricón. Entonces, los tipos aguantan todo el dolor físico y siguen produciendo. Siguen produciendo para el capital y para el pozo petrolero.
“Petróleo bromea con los campos de sensibilidad que deja afuera la construcción de género”
INVISIBLES: La obra trabaja sobre la mirada masculina. En general, en la historia del arte, el varón es el que mira y la mujer, el objeto de la mirada. Acá hay un trabajo de mujeres sobre la mirada de los varones entre sí.
Laura Paredes: La mirada masculina está muy sesgada por lo que los otros hombres ven. Mucho más que la femenina. Me acuerdo de que leí una conversación con Rita Segato y ella decía que en las entrevistas que les había hecho a violadores en las cárceles, el 99% tenía por interlocutor a un hombre. Ellos habían violado por el padre, por el hermano, en diálogo mental con ellos.
Elisa Carricajo: Para demostrar su masculinidad.
Laura Paredes: Exacto. Nos dimos cuenta de que la masculinidad iba a aparecer en Petróleo por los vínculos entre nosotros y no tanto por la composición de los personajes. Empezamos a ser hombres en escena cuando surgieron comportamientos masculinos entre ellos. El estar alerta, la tensión de te pongo una cucaracha en el plato o un animal en la cama, estar todo el tiempo preguntándose “¿Qué piensan de mí?”. Me acuerdo que aparecía con el Carli: “No soy un pelotudo, no crean que soy un pelotudo”. Todo el tiempo está revolviendo el avispero para que no crean que es un pelotudo.
Valeria Correa: Como policías del género, ¿no?
Laura Paredes: Pero la complicidad femenina parece que no fuera tan condicionante como la masculina para los hombres. Da esa sensación. Quizás es porque la mirada que importa es la masculina.
Elisa Carricajo: Hay como algo en la intimidad de lo femenino que se relaja, ¿no? Cuando estás entre mujeres, no se actúa tanto la feminidad. En cambio, en la intimidad masculina los hombres sobreactúan la masculinidad.
Laura Paredes: Eso pasa todo el tiempo en el tráiler. Sobreactúan para el resto, para que no se terminen poniendo tacos.
Pilar Gamboa: Tampoco nos interesaba para nada que hubiese una lectura gay de la obra. No queríamos hablar de eso.
Elisa Carricajo: La obra está mucho antes de cualquier relación homoerótica. Arranca con una situación de contacto. Todo un chiste sobre una situación de contacto. Cualquier mujer que vos conocés en cualquier lado, le decís: “Che, qué lindo esto, me encanta, te queda re lindo” [Elisa toca la campera de Laura]. No sabés quién es, pero le tocaste la pilcha en un segundo. No es problemático. En Petróleo, toda la gracia y el humor de una escena están en la pregunta de si querés tocar, ¿entendés?
Laura Paredes: Un tapado de piel, además. No sólo se lo pone, les ofrece tocarlo.
Elisa Paredes: Y ahí aparece la fiesta del final, todo un campo de sensibilidad que estaba inhabilitado para ellos, el del placer, el del tacto. El Formo termina poniéndose crema. Una cosa agradable. Con chabones que están todo el día ahí en el polvo. ¿Por qué no podrían ponerse una crema, algo súper básico? Petróleo bromea con los campos de sensibilidad que deja afuera la construcción de género para todos nosotres.
INVISIBLES: ¿Por qué decidieron mover el tráiler y cambiar de lugar la escenografía en escena? Es algo que excede la actuación e involucra un esfuerzo y un trabajo.
Valeria Correa: Eso lo propuso el escenógrafo, Rodrigo (González Garillo).
Pilar Gamboa: Algo muy interesante que ocurrió fue que todas las áreas propusieron, desde su lugar, distintas variables para el imaginario de los petroleros. Y la propuesta de Rodrigo fue construir una tráiler más o menos realista.
Elisa Carricajo: Está hecho a escala.
Pilar Gamboa: Después se le ocurrió la loca idea de que ese tráiler tenía que dividirse en tres. Eso fue un hallazgo. Así pasó con todo. Esta obra nos obligó a un trabajo en grupo, más allá del nuestro. Venía el sonidista, Zypce, y nos decía, “Pensé esta canción…” Todos venían a los ensayos y aportaban. Fue un trabajo verdaderamente grupal. Lo que nosotras imaginábamos y lo que los demás traían, lo incluíamos en el texto. No se trató del clásico procedimiento de alguien que escribe una obra y le dice al escenógrafo que necesita una casa con un living. Nosotras dijimos: “un pozo petrolero”. A partir de ahí, el resto aportó lo suyo. Rodrigo, desde su área, construyó el trailer y lo dividió en partes. Él lo propuso y nosotras lo tomamos, lo hicimos dramaturgia.
Valeria Paredes: Y en la obra hace mucho sentido. Porque tampoco hay maquinistas mujeres en el teatro, por ejemplo. Si la solución era que lo movieran los maquinistas, no había mujeres. Por lo tanto, tiene mucho sentido, como mecanismo escenográfico, que movamos el tráiler nosotras haciendo de chabones. ¡Y fue mejor! Ahora nos copa mover la escenografía en escena.
Elisa Carricajo: Es un momento de otra actuación. Un momento de actuación más coreográfico.
"La voz de Piel de Lava necesitó de todas para existir"
INVISIBLES: Pasemos por un instante al cine: ¿cómo fue para el colectivo trabajar juntas en el cine? ¿Qué cosas cambiaron respecto al teatro cuando hicieron La flor con Mariano Llinás?
Valeria Paredes: En Piel de Lava, somos nosotras cuatro desde hace dieciséis años. Trabajamos con Laura Fernández hace diez. Nuestro equipo es un equipo de gente muy conocida y muy querida. Nos autogestionamos. Producimos nuestro material y dirigimos, nos dirigimos con Laura, ahora, pero nos dirigimos, escribimos, actuamos. En el caso de La flor, nos fusionamos con otro grupo, El Pampero Cine, y con Mariano. Eso es fundamentalmente lo que cambia. Hay una persona que dirige y escribe.
INVISIBLES: ¿Pero desde la actuación?
Laura Paredes: Por momentos pasábamos meses sin vernos en la película y después en el episodio cuatro tuvimos una escena, el momento en el que llega la productora…
Pilar Gamboa: ¡Y yo de hombre, premonitorio!
Laura Correa: Sí. En ese momento que llega la productora, que le estamos cuestionando al director todo, me acuerdo que fue hacer esa escena y de golpe estábamos haciendo algo que era más parecido a lo que hacíamos nosotras en teatro, era una escena teatral.
Pilar Gamboa: Estuvimos mucho juntas en el primer episodio, que fuimos a filmar a San Juan. Ese viaje es el momento fundacional de la película. Todo lo que habíamos pensado, todo lo que Mariano había propuesto en relación con el proyecto, está ahí. Él volvió de un viaje y dijo: “Se me ocurrió que la película tiene que ser así”, hizo el dibujo de la flor, y todas dijimos: “Sí, vamos con esa”. Originalmente, la idea era que escribamos todos juntos. Una locura. Eso fue más una excusa para hacernos amigos.[2]
INVISIBLES: Cuando escribe el prólogo para Piel de Lava / Cuatro obras (Entropía), Rafael Spregelburd dice: “Piel de Lava es un colectivo que logra una voz personal”. ¿Existe esa voz? ¿Qué les parece que dice?
Laura Paredes: La gran victoria de nuestro trabajo es que la gente pueda empezar a leer en el grupo una voz personal, un lenguaje que necesitó de todas para existir. Eso a mí me emociona. Siempre tenía la sensación de que es muy difícil leer lenguaje en un grupo. No hay un autor. Entonces, los años de trabajo en una misma disciplina empiezan a generar ese campo de asociación y de vida y surge claramente una voz y un lenguaje teatral.
Pilar Gamboa: Esa voz también es el paso del tiempo. Es la permanencia. Son dieciséis años. Nos conocimos a los veintitrés y vamos a cumplir cuarenta, y no hubo un año en que no estuviéramos juntas. Esa voz es el paso del tiempo y la permanencia y el laboratorio. El laboratorio siempre funcionando. Eso arma un lenguaje.
Laura Paredes: Tardás más que un autor, obvio. Nosotras tuvimos que aceptar eso. Nos afirmamos mucho en un lenguaje después de tener la chance de hacer el recorrido de todas nuestras obras el año pasado en el San Martín. Esto es lo que hacemos nosotras, y recién ahora lo podemos capitalizar, entender, incluso dar talleres de creación grupal. Es un placer enorme entender qué es lo que tenés entre las manos. Que siempre lo hiciste porque era lo que querías hacer. Si la consagración sirve mínimamente para algo, es para decir: “Hace un montón de años que hacemos una cosa que empezó a dar sus frutos porque siempre trabajamos para un lado. Y empieza a aparecer un lenguaje”.
Valeria Correa: Eso lo propuso el escenógrafo, Rodrigo (González Garillo).
Pilar Gamboa: Algo muy interesante que ocurrió fue que todas las áreas propusieron, desde su lugar, distintas variables para el imaginario de los petroleros. Y la propuesta de Rodrigo fue construir una tráiler más o menos realista.
Elisa Carricajo: Está hecho a escala.
Pilar Gamboa: Después se le ocurrió la loca idea de que ese tráiler tenía que dividirse en tres. Eso fue un hallazgo. Así pasó con todo. Esta obra nos obligó a un trabajo en grupo, más allá del nuestro. Venía el sonidista, Zypce, y nos decía, “Pensé esta canción…” Todos venían a los ensayos y aportaban. Fue un trabajo verdaderamente grupal. Lo que nosotras imaginábamos y lo que los demás traían, lo incluíamos en el texto. No se trató del clásico procedimiento de alguien que escribe una obra y le dice al escenógrafo que necesita una casa con un living. Nosotras dijimos: “un pozo petrolero”. A partir de ahí, el resto aportó lo suyo. Rodrigo, desde su área, construyó el trailer y lo dividió en partes. Él lo propuso y nosotras lo tomamos, lo hicimos dramaturgia.
Valeria Paredes: Y en la obra hace mucho sentido. Porque tampoco hay maquinistas mujeres en el teatro, por ejemplo. Si la solución era que lo movieran los maquinistas, no había mujeres. Por lo tanto, tiene mucho sentido, como mecanismo escenográfico, que movamos el tráiler nosotras haciendo de chabones. ¡Y fue mejor! Ahora nos copa mover la escenografía en escena.
Elisa Carricajo: Es un momento de otra actuación. Un momento de actuación más coreográfico.
"La voz de Piel de Lava necesitó de todas para existir"
INVISIBLES: Pasemos por un instante al cine: ¿cómo fue para el colectivo trabajar juntas en el cine? ¿Qué cosas cambiaron respecto al teatro cuando hicieron La flor con Mariano Llinás?
Valeria Paredes: En Piel de Lava, somos nosotras cuatro desde hace dieciséis años. Trabajamos con Laura Fernández hace diez. Nuestro equipo es un equipo de gente muy conocida y muy querida. Nos autogestionamos. Producimos nuestro material y dirigimos, nos dirigimos con Laura, ahora, pero nos dirigimos, escribimos, actuamos. En el caso de La flor, nos fusionamos con otro grupo, El Pampero Cine, y con Mariano. Eso es fundamentalmente lo que cambia. Hay una persona que dirige y escribe.
INVISIBLES: ¿Pero desde la actuación?
Laura Paredes: Por momentos pasábamos meses sin vernos en la película y después en el episodio cuatro tuvimos una escena, el momento en el que llega la productora…
Pilar Gamboa: ¡Y yo de hombre, premonitorio!
Laura Correa: Sí. En ese momento que llega la productora, que le estamos cuestionando al director todo, me acuerdo que fue hacer esa escena y de golpe estábamos haciendo algo que era más parecido a lo que hacíamos nosotras en teatro, era una escena teatral.
Pilar Gamboa: Estuvimos mucho juntas en el primer episodio, que fuimos a filmar a San Juan. Ese viaje es el momento fundacional de la película. Todo lo que habíamos pensado, todo lo que Mariano había propuesto en relación con el proyecto, está ahí. Él volvió de un viaje y dijo: “Se me ocurrió que la película tiene que ser así”, hizo el dibujo de la flor, y todas dijimos: “Sí, vamos con esa”. Originalmente, la idea era que escribamos todos juntos. Una locura. Eso fue más una excusa para hacernos amigos.[2]
INVISIBLES: Cuando escribe el prólogo para Piel de Lava / Cuatro obras (Entropía), Rafael Spregelburd dice: “Piel de Lava es un colectivo que logra una voz personal”. ¿Existe esa voz? ¿Qué les parece que dice?
Laura Paredes: La gran victoria de nuestro trabajo es que la gente pueda empezar a leer en el grupo una voz personal, un lenguaje que necesitó de todas para existir. Eso a mí me emociona. Siempre tenía la sensación de que es muy difícil leer lenguaje en un grupo. No hay un autor. Entonces, los años de trabajo en una misma disciplina empiezan a generar ese campo de asociación y de vida y surge claramente una voz y un lenguaje teatral.
Pilar Gamboa: Esa voz también es el paso del tiempo. Es la permanencia. Son dieciséis años. Nos conocimos a los veintitrés y vamos a cumplir cuarenta, y no hubo un año en que no estuviéramos juntas. Esa voz es el paso del tiempo y la permanencia y el laboratorio. El laboratorio siempre funcionando. Eso arma un lenguaje.
Laura Paredes: Tardás más que un autor, obvio. Nosotras tuvimos que aceptar eso. Nos afirmamos mucho en un lenguaje después de tener la chance de hacer el recorrido de todas nuestras obras el año pasado en el San Martín. Esto es lo que hacemos nosotras, y recién ahora lo podemos capitalizar, entender, incluso dar talleres de creación grupal. Es un placer enorme entender qué es lo que tenés entre las manos. Que siempre lo hiciste porque era lo que querías hacer. Si la consagración sirve mínimamente para algo, es para decir: “Hace un montón de años que hacemos una cosa que empezó a dar sus frutos porque siempre trabajamos para un lado. Y empieza a aparecer un lenguaje”.
Notas
1. El libro de Hernán Palermo es La producción de la masculinidad en el trabajo petrolero (2017). Buenos Aires, Biblos.
2. Sobre el reciente film de Mariano Llinás, Revista Invisibles público en su número anterior un ensayo y una entrevista con el director: http://www.revistainvisibles.com/la-flor-mariano-llinas.html
1. El libro de Hernán Palermo es La producción de la masculinidad en el trabajo petrolero (2017). Buenos Aires, Biblos.
2. Sobre el reciente film de Mariano Llinás, Revista Invisibles público en su número anterior un ensayo y una entrevista con el director: http://www.revistainvisibles.com/la-flor-mariano-llinas.html