Revista Invisibles
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Año 7 / Número 26 / Junio 2019
libros

Soñar, soñar


Escrita en 1948 y publicada en 1962, El sueño de una cosa es la primera novela de Pier Paolo Pasolini, donde narra la historia de tres jóvenes campesinos que luchan por conseguir trabajo y adquieren los rudimentos de su formación política cuando el paraíso tan ansiado siempre se posterga en los años de la posguerra.

por Germán Lerzo
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El sueño de una cosa
Pier Paolo Pasolini
Editorial Mardulce, 2019

 ​Nosotros nacimos para trabajar y sacrificarnos.
 Es inútil tener ideas en la cabeza.
 
Pier Paolo PASOLINI, El sueño de una cosa
   La primera novela de Pasolini, El sueño de una cosa, comienza con una escena ritual, festiva, nocturna, religiosa. Después de celebrar la resurrección de Cristo, el lunes de Pascua convergen al pueblo de Casale, en la orilla derecha del Tagliamento, campesinas, jornaleros y peones rurales desde zonas cercanas como Ligugnana, Rosa y San Giovanni para celebrar. Algunos llegan a pie, como Emilio Bortolus; en bicicleta [1], como Nini Infant, o montados en un caballo blanco, como Eligio Pereisson. Estos tres jóvenes campesinos, pobres y con conciencia de clase serán los protagonistas de la historia.  Esa noche entablan una amistad intensa, beben, bailan, tratan de seducir chicas e imitan a Elvis cuando en los altoparlantes suena la música norteamericana, prohibida muy pocos años atrás. En otros capítulos de la novela, seguiremos a estos tres personajes en diferentes momentos de su vida: luchando por mejores condiciones laborales, enfrentándose a la policía, participando en asambleas sindicales, emigrando a otros países, ocupando la casa de un terrateniente cuando se niega a darles el trabajo que la ley lo obliga a darles. 
   El primer capítulo de la novela registra a estos peones rurales que parecen disfrutar de la vida ignorando –o simulando ignorar– que al otro día nada volverá a ser igual al anterior, que todo lo sólido se desvanecerá en el aire. Corre el año 1948, el fin de la Segunda Guerra no está lejos, y sus efectos continúan en las áreas rurales de Italia, donde el desempleo es la regla entre los jóvenes. El sueño de una cosa es el relato de aquellos días convulsionados por las reformas agrarias y un homenaje a la vida de esos hombres, cuyos destinos serán moldeados por la religión y la política.   
   Escrita en los años 1948-9, la novela es contemporánea a la acción de los hechos históricos; pero fue publicada recién en 1962. Vale recordar que Pasolini había pensado, como título alternativo, Il giorno del Lodo De Gasperi, cuya traducción sería Los días del decreto De Gasperi. Alcide de Gasperi era uno de los fundadores del partido Demócrata Cristiano; en 1946 presentó un proyecto de ley, sancionada después en 1947, por la cual se fijó una indemnización para los trabajadores campesinos por los daños sufridos durante la guerra. Los terretenientes, además de contribuir al pago, debían dar empleo en sus latifundios a la mano de obra campesina agraviada y desocupada. El sueño de una cosa narra entonces las luchas de estos tres jóvenes por hacer cumplir la ley de Gasperi a los terratenientes del pueblo. Pasolini optó por usar este otro título para su novela, que es una frase extraída de una carta de Marx que se cita en el epígrafe del libro:

Entonces nuestro lema debe ser: reforma de la conciencia no por medio de dogmas, sino mediante el análisis de la conciencia no clara a sí misma, o que se presenta bajo forma religiosa o política. Luego será evidente que el mundo ha tenido desde hace mucho tiempo el sueño de una cosa...
 
                               Karl MARX a Arnold RUGE (septiembre de 1843)
   El autor nos presenta a Nini, Eligio y Milio en su proceso de formación ideológica y en la búsqueda infructuosa de aquel sueño donde la clase obrera va al paraíso. No son ingenuos: “Soy campesino, siempre lo fui y siempre lo seré” dice Milio en medio de una discusión con un viejo que estuvo en la guerra y como premio solo recibió “una patada en el culo”. “Nacimos pobres y pobres moriremos”, dice Erminio Faedi. “Ustedes se lamentan, ¿y qué debería decir yo que soy un pobre jornalero que no tiene siquiera un metro cuadrado de tierra propia? Trabajar todo el año para no tener nunca una moneda en el bolsillo” dice el Nini, según el texto de la fluida versión castellana de Guillermo Piro para la editorial Mardulce. 
   En esa búsqueda por mejorar sus condiciones de vida, por revalidar sus derechos a un trabajo digno, vemos a estos jóvenes campesinos emigrar a la Yugoslavia socialista donde desde el fin de la Guerra gobierna el mariscal Tito; y en su aventura de cruzar a otro país y evitar los controles fronterizos, padecen el hambre y la miseria, consiguen trabajos precarios que los harán retornar a su tierra con el sabor amargo de una tarea incumplida. 
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   La segunda parte de la novela transcurre en el año 1949. Uno de los protagonistas ha encontrado empleo como obrero en una fábrica de municiones; otro empieza el servicio militar y el tercero entabla una relación con una joven campesina a la que viola al borde de un camino -¡y la escena se narra con la mayor naturalidad del mundo! La joven Cecilia Faedi, hija ejemplar de una familia campesina más acomodada que no sufrió los efectos de la crisis por su condición de minifundistas, se recluye en un convento al saber que su pretendiente se casa con otra mujer. Pasolini reserva para uno de los protagonistas la dosis dramática y trágica de un final predecible que cierra la estructura mítica de la narración de acuerdo con el crítico Vincenzo Mannino [2]. Así El sueño de una cosa, o la vida de estos tres campesinos, puede leerse a contrapelo de esta sentencia de otro intelectual marxista, Slavoj Žižek, en The pervert´s guide to ideology​:

El primer paso para la libertad no es ajustar la realidad para que encaje en nuestros sueños, sino cambiar el modo en que soñamos.
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   ​El sueño marxista de reformar, esclarecer y guiar la conciencia de la clase obrera que se presenta bajo la forma religiosa o política es, tal vez, aquello que para Pasolini era necesario lograr con el germen revolucionario de sus tres peones rurales socialistas. En todo caso, su fe literaria en que una novela pueda modificar la forma en que soñamos, resulta hoy en el hemisferio austral, a mediados de 2019, más utópica (pero no necesariamente menos convincente) que en los inviernos boreales de 1948 o 1962, cuando el alcance de la literatura y su poder de fuego eran mayores que en el presente.

Notas

1. A lo largo de toda la novela, vemos que sus protagonistas van en bicicleta al sindicato, a la kermés, a la iglesia, a las movilizaciones y hasta a los enfrentamientos con la policía. Las bicis quedan amontonadas en la calle, y cuando ellos vuelven después de horas, siguen ahí. Por eso es llamativo que en el arte de tapa de esta edición hayan optado por poner una motocicleta. En las 208 páginas de El sueño de una cosa, Pasolini no menciona ni una sola vez una motocicleta. En 1948, cuando se escribe esta novela y Vittorio De Sica estrena Ladrón de bicicletas, ni siquiera se fabricaba la moto que ilustra el libro. A ningún campesino se le hubiera ocurrido ir en moto a ningún lado porque no contaban con ese tipo de vehículos y el combustible no se conseguía por ningún lado. Pero tal vez el sueño de los personajes de esta novela era comprarse una moto. ¿Quién sabe?
 
2. Vincenzo Mannino, Invito alla lettura di Pasolini. Mursia editore, Milano, 1977.
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