Revista Invisibles
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Año 7 / Número 26 / Agosto 2019
reseña

Narciso, nuestro contemporáneo


En El sacrificio de Narciso, la poeta y ensayista Florencia Abadi propone una revisión crítica de esa figura mitológica a través de la literatura, la filosofía y el psicoanálisis, donde despliega un dispositivo argumentativo que nos permite pensar, incluso, en el culto exacerbado de la imagen que se hace en nuestros días.

Por Marcelo Pitrola
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El sacrificio de Narciso
Florencia Abadi
Hecho atómico ediciones, 2018
Hay un lugar común muy extendido, al menos en la psicoanalítica Buenos Aires, que establece una equivalencia entre narcisismo y egoísmo ―si se entiende este último como dar prioridad a la propia persona sobre todo lo demás. Desmontar con minucia esta asimilación es apenas uno de los notables aciertos de este ensayo de Florencia Abadi, doctora en filosofía, docente, investigadora y poeta. Narciso no se ama a sí mismo, sino a su imagen; se enamora de tal manera de su propia efigie que acaba por suicidarse en el intento de poseerla. Ese sacrificio de sí mismo no es solamente la marca que asoma desde el título como singularidad del ensayo de Abadi, sino uno de los puntos clave que le permite, en un fluido y erudito decurso argumentativo, hacer una revisión crítica de una multiplicidad de textos narrativos, poéticos, filosóficos, psicoanalíticos.
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En gran parte del ensayo, Abadi despliega una interpretación de la figura de Narciso en oposición a la de Eros. Mientras que Narciso rechaza a todos los cazadores y ninfas que lo desean y consagra su belleza sólo a la contemplación, Eros “no se deja ver jamás por su mujer (la visita solo por las noches y tiene sexo con ella en la oscuridad)”. Siguiendo a René Girard, Abadi sostiene que Eros es el deseo que se funda en la rivalidad con otros, la envidia, la malicia, el odio. Para dar cuenta de estas y otras pasiones asociadas a lo erótico, se comentan obras tan diversas como Las metamorfosis, de Ovidio; Otelo, de Shakespeare; Drácula, de Stoker, o Diario de un seductor, de Kierkegaard, pero también la línea de un bolero o un dicho popular. Por su parte, Narciso constituye la belleza contemplada e intocada, el ideal de perfección que vela la falla, la carencia, y resulta imprescindible, en la perspectiva psicoanalítica, para la conformación y la estabilidad subjetiva, para escapar de la desintegración: “si Narciso alude a la unidad del yo, Eros es la flecha que lo desquicia”, se lee en una aguda síntesis en la que resuenan Lacan y Bataille (otros dos rivales casi míticos…). 
  
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Narciso, de Caravaggio
En el cruce entre filosofía, literatura y psicoanálisis que el ensayo propone, es fundamental la interpretación que postula de la relación de Narciso con su madre, Liríope, que da nombre a una flor y es la náyade del estanque; finalmente es en sus aguas que él se ahoga. Narciso es fruto de una violación a la que Liríope fue sometida por el dios fluvial Cefiso. Abadi rescata el bello y poco visitado drama en verso Eco y Narciso de Calderón de la Barca como uno de los textos que mejor da cuenta de este vínculo madre-hijo y de la historia con la ninfa Eco, que es rechazada por Narciso y acaba condenada a repetir la última frase de cualquiera. Liríope, la posesiva madre-víctima, en principio aísla a su hijo porque los hados le presagiaron peligros debidos a su belleza. La falta de contacto con el mundo hace que Narciso escape de los otros y quede cautivo de su propia imagen. Otra vez, la relación de Venus con su hijo Eros funciona como un arquetipo opuesto, ya que aquí la madre, desapegada, indica a su hijo salir a buscar al mundo su objeto de deseo.
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En un ensayo sobre el autodiseño de sí en la contemporaneidad, el crítico alemán Boris Groys propone la noción de “narcisismo productivo”[1], en referencia al cultivo de la imagen propia en el universo virtual y a la obsesión por la admiración de los otros y la productividad. En este sentido, el ensayo de Florencia Abadi puede ser leído no sólo como una precisa lectura y reescritura del mito y de varios de sus devenires literarios, filosóficos y psicoanalíticos, sino también como una poderosa reflexión acerca del componente sacrificial que esa fijación en la propia imagen puede conllevar. “El narcisismo es así la cifra de lo humano, del carácter trágico de la lucha, tan vana como inevitable, por la trascendencia”, afirma Abadi. En tiempos de las redes sociales, de la intensiva espectacularización de la cultura, la política y la esfera pública en general, El sacrificio de Narciso resulta una intervención lúcida y necesaria.



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Notas


[1] Groys, B. “Autodiseño, o narcisismo productivo”, en ARQ, núm. 95, abril, 2017, https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-69962017000100140, Pontificia Universidad Católica de Chile Santiago, Chile.


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