Revista Invisibles
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Año 6 / Número 24 / Diciembre 2018
relato

El comunismo como será


 
Aún aquellos que nunca hayan oído hablar de Ermanno Cavazzoni lo conocen. Su primera novela, El poema de los lunáticos, aparecida en 1987, sirvió de base para la última película de Federico Fellini, La voce della luna, estrenada en 1990 y protagonizada por Roberto Benigni y Paolo Villaggio. Para Cavazzoni, nacido en Reggio Emilia en 1947, fue como ingresar a la literatura italiana pateando la puerta: una presencia que desde entonces no pasa desapercibida, sobre todo por su dedicación para que eso ocurra. Al Poema de los lunáticos le siguieron Le tentazioni di Girolamo (1991), Vidas breves de idiotas (1994), Cirenaica (1999), Los escritores inútiles (2002), Storia naturale dei giganti (2007), Il limbo delle fantasticazioni (2009), Guida agli animali fantastici (2011), Il pensatore solitario (2015), Gli eremiti del deserto (2016) y la reciente y enorme La galassia dei dementi (2018).
El género al que Cavazzoni se inclina con natural predisposición es sobre todo el cuento, al punto que sus novelas son de alguna manera cuentos hilvanados, ligeramente emparentados. O en términos wilcockianos podría decirse que sus libros de cuentos son en realidad novelas en las que sus personajes nunca se encuentran. Sea como sea, a Cavazzoni le cabe la adjetivación de “original”, en el sentido en que es inimitable. Traducirlo es una tarea frustrante por partida doble: traducir es frustrante de por sí, pero en su caso la frustración se duplica porque resulta complicado reproducir en español esa lengua hablada-escrita con la que se expresa, esa falsa ingenuidad, esa distraída ignorancia con la que suele malinterpretar (o interpretar con justicia y equidad, dependiendo del caso) el mundo.
El siguiente relato apareció este año en formato digital. En él Cavazzoni cuenta, con su ironía sutil y surreal, la suerte de una de las principales ideologías del siglo XX. “Carlos Marx, teórico fundamental del comunismo futuro, fue muy claro en esa materia; en los Manuscritos económico-filosóficos dice lo que sigue: que en el comunismo quien quiera pescar irá a pescar, y quien quiera pintar irá al campo a pintar. Punto. No dice otra cosa. Por lo tanto de allí se deduce que la mitad de la población, en el comunismo realizado, será de pescadores, y que la otra mitad será de pintores...”

                                                                           Introducción de Guillermo Piro
 

Por Ermanno cavazzoni
 
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 ​    Apenas terminado el siglo XX circuló mucho la palabra comunismo, y distintas sociedades la adoptaron para indicar que ese era el punto de llegada; pero entretanto, durante el siglo XX, estas sociedades declaraban que en ese momento estaban en una fase de transición, o sea que estaban encaminándose hacia el comunismo, pero el comunismo completo y perfecto seguía allá en el porvenir, porque no podía realizarse de golpe; la gente no estaba preparada, decían, había viejos hábitos que seguían ofreciendo resistencia. Y se habían tomado medidas contra los que resistían; a decir verdad casi siempre un poco exageradas.
    Cómo sería este comunismo una vez realizado, y qué se haría con él, nunca estuvo claro para nadie.
    El paraíso, por ejemplo, era más claro: para empezar se iba allí una vez que se había muerto, la vida en la Tierra era una especie de prueba, lo que inquietaba un poco, como pasa durante los exámenes, pero luego, si uno se dedicaba seriamente, si no iba al bar a perder tiempo, si no se dedicaba al ocio dando vueltas por ahí, también el examen se volvía un periodo intenso, con una meta. Y luego el paraíso bien o mal se sabe cómo es: se está en éxtasis, más o menos como cuando se escucha un lindo tema musical, a lo mejor después de haber tomado un vasito de algún elixir o de vodka, porque entonces el éxtasis es pleno y se goza la música con más intensidad; si uno quiere una intensidad mayor puede tomarse dos vasitos, y de dos en dos es como subir de cielo en cielo, hasta estar cerca del Espíritu Santo; es una comparación para dar una idea, sólo que si uno alcanza al Espíritu Santo gracias al elixir o al vodka, al día siguiente se siente mal, ¡no hubiese bebido!, se dice; mientras que en el paraíso uno está bien incluso al otro día, no vomita, no tiene acidez de estómago ni dolor de cabeza, la música siempre le parece bellísima, y así durante toda la eternidad; es un estado alcohólico que nunca tiene fin y que no daña al hígado.
    El comunismo también debería ser una especie de paraíso; pero no es necesario estar muertos, uno va allí cuando está vivo, o en todo caso irán allí las generaciones futuras cuando el comunismo se haya realizado. Bien, pero en concreto, ¿qué hará la gente durante el comunismo? Carlos Marx, teórico fundamental del comunismo futuro, fue muy claro en esa materia; en los Manuscritos económico-filosóficos dice lo que sigue: que en el comunismo quien quiera pescar irá a pescar, y quien quiera pintar irá al campo a pintar. Punto. No dice otra cosa. Por lo tanto de allí se deduce que la mitad de la población, en el comunismo realizado, será de pescadores, y que la otra mitad será de pintores. A mí siempre me costó digerir al comunismo porque no tengo pasión por la pesca ni aptitudes para la pintura, por lo tanto estaría allí, pasivo, sería un obstáculo para las cañas de pescar y le arruinaría el paisaje a los pintores. Ni siquiera cuando yo tenía veinte años y era más propenso a las ideas comunistas, o en todo caso me mostraba más interesado por ellas, entendía este asunto de pescar y pintar, y creo que muchos estaban en la misma situación; un poco como la búsqueda del Santo Grial: lo que interesaba y exaltaba era la búsqueda en sí, porque después de todo uno no habría sabido qué hacer con el Santo Grial, dado que no era más que un recipiente, que se puede comprar incluso en el supermercado.
    Pero discutamos un poco el comunismo; supongamos que se hubiese realizado en Italia. ¡De 50 millones de habitantes, 25 millones serían pescadores! Yo creo que Marx entendía fundamentalmente la pesca con anzuelo, no con red, no hablaba de la pesca de arrastre, la pesca oceánica, si no lo hubiera especificado. Si suponemos que entre un pescador y el otro hay alrededor de dos metros para que no se enreden las líneas, los italianos formarían una fila de 50 mil kilómetros, lo que es ligeramente superior a la circunferencia terrestre (42 mil kilómetros), por lo tanto se debe pensar que en todas las orillas de los mares y de los ríos durante el comunismo habría un pescador cada dos metros; si para pescar se usan lombrices, se debe pensar que muchos pescados se dejaron pudrir para que se formaran las lombrices de pesca, por lo tanto digamos que en el comunismo habría cierto hedor inevitable, otros pescados servirían para la alimentación; pero en poco tiempo los peces se extinguirían, o se volverían más vivos, no morderían más el anzuelo, por lo tanto habría 25 millones sentados en una banqueta, a la orilla del agua, pasando el tiempo así.
    Los otros 25 millones pintarían, una parte paisajes naif, y la otra parte, que no sabe pintar, pinturas modernas de tipo más o menos informal. Si cada uno hace un cuadro por día, en un año se habrían producido 9 billones y cien millones de cuadros, en diez años de comunismo 91 billones de cuadros. Se puede hipotetizar un intercambio entre pescadores y pintores, un cuadro por un pescado, lo que provocaría un aumento en la producción de cuadros para tener más pescados, produciendo una devaluación de los cuadros, o bien un encarecimiento de los pescados; es probable que los cuadros serían usados para asar el pescado, transformando a los pintores de hecho en recogedores de leña, tela, papel y otras sustancias inflamables. Una dieta tan pobre provocaría enfermedades, escorbuto, pelagra, hipertiroidismo, la mitad de la población estaría enferma, maldiciendo a la pintura y a la pesca, dado que en el régimen comunista no estaría prevista la agricultura o la cría de ganado, por lo que dice Marx y confirma Engels. Marx en realidad dice: quien quiera pintar pintará, quien quiera pescar… dando por sobreentendido, por lo tanto, que hay una parte de la población que no quiere hacer nada, como es mi caso, que en el comunismo me aburriría, y que si tuviera que elegir elegiría el paraíso, que allí al menos hay vodka artesanal, que no hace mal. El error de la Unión Soviética fue confundir el comunismo con el paraíso, de hecho no se pescaba ni se pintaba, no se tiene noticia de que Lenin pescara, Lenin nunca pescó en su vida, ni solo ni con Stalin o el Politburó, no se tiene noticia de que fuera al campo a pintar, ni siquiera los domingos a la tarde. Se tiene en cambio noticia de un general uso del vodka. ¿Qué significa eso? ¿Qué creían estar en paraíso? Si pensaban eso estaban equivocados, en primer lugar porque estaban vivos (aunque esto se trató de remediar), en segundo lugar porque el vodka por lo general era pésimo, tanto que después se sentían mal, por lo tanto no se trataba ni de paraíso ni de comunismo, en efecto se trataba de socialismo, que es una fase intermedia, de preparación, o sea de familiaridad con la caña de pescar, de familiaridad con anzuelo, con la carnada y con las lombrices, que son fundamentales; y con el manejo del pincel, de las témperas; en el socialismo, de acuerdo a lo dicho por Marx y Engels, uno mismo debe prepararse los colores con el aceite de lino, para quien pretenda en el comunismo pintar al óleo. En cambio, por lo que se sabe, se mandaba a la gente al norte a extraer carbón, a extraer minerales de las minas, como el uranio, que me parece que no se usa en la pintura y tampoco en la pesca.
    Otra observación que se puede hacer es la siguiente: en las zonas desérticas, por ejemplo en toda la enorme extensión del Sahara, sólo habrá pintores, realizando así el comunismo solamente a la mitad; a menos que los pescadores se concentren todos alrededor de los pocos cursos de agua existentes, condición que como se sabe termina dando lugar a codazos, empujones, desacuerdos, insultos, el raro pescado conseguido arrojado en la cara, una maraña de cañas y líneas, anzuelos clavados en un ojo, que agarran un labio, una nariz, un comunismo que duraría sólo un día; y también los pintores, en las zonas desérticas, ¿qué pintarían? ¡Médanos! O bien se inclinarían por la pintura informal, apretando el pomo sobre la tela, haciendo mamarrachos, incluso si estas formas de pintura son consideradas anticomunistas.
    ¿Quién produce los anzuelos, el hilo de nylon, las témperas, los pinceles en el comunismo? Marx calla sobre este punto, Engels prefiere pasar al siguiente tema. Lenin esboza el hecho de que producir pinceles, pelos para los pinceles, líneas para pescar, boyas, moscas falsas, etcétera, es un hecho reeducativo, es decir tareas para quienes no creen en el comunismo, o tienen dudas o comportamientos no comunistas, quienes, en suma, no tienen buena disposición para la pesca o la pintura, y por ejemplo ejercen la prostitución, el espionaje, la rebelión... Pero uno podría preguntarse: ¿cómo sería posible el ejercicio del comunismo en sus dos variantes si no hubieran anticomunistas que deben ser reeducados? Quién sabe. Quiero leer las Obras completas de Palmito Togliatti para ver si en una de esas hay una solución.

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                                                                                      Traducción Guillermo Piro

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Ermanno Cavazzoni
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