Revista Invisibles
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Año 1 / Número 4 / Octubre 2013
editorial

Desde el jardín


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El universo de las revistas culturales es tan diverso y extenso como el de las hormigas. Con la diferencia que una revista literaria no tiene una función social tan importante como la de un hormiguero. Esto no significa, necesariamente, que los editores seamos una especie refinada de insectos. En realidad, la comparación intenta demostrar que los proyectos de autogestión no pueden sostenerse en el tiempo sin el trabajo paciente, el esfuerzo individual y la voluntad colectiva de todos los que intentamos hacer algo sostenible, sin miedo a desaparecer tras la primera tormenta.

La problemática del financiamiento determina la existencia de otras dificultades para publicar una revista independiente de manera mensual. En la mayoría de los casos,  los colaboradores (redactores, ilustradores y diseñadores) hacen un trabajo impecable, en el tiempo que les sobra de sus obligaciones. Sumado al hecho de que las editoriales no envían los libros que comentamos y tenemos que comprarlos en la librería amiga. La falta de un consejo editorial o un staff de redactores hace que, entre otras cosas, Revista Invisibles se constituya como un medio de comunicación desde la carencia: tratamos de hacer algo con todo eso que nos falta. 

Recientemente, el diputado Jorge Rivas (FpV) presentó en el Congreso un proyecto bajo el nombre “Ley de Fomento para la Producción de Comunicación Social por Medios Gráficos e Internet” con la intención de resolver las dificultades del sector. Los ejes más importantes de esta iniciativa son: la exención impositiva para las revistas culturales independientes; un subsidio económico para su producción y la declaración de “patrimonio cultural argentino” a este tipo de publicaciones (que no estén vinculadas a un grupo económico). Desde nuestro modesto lugar de acción, esperamos que la iniciativa prospere y los legisladores sancionen una ley tan necesaria para el sector.
A pesar de que estas noticias nos llenan de entusiasmo, el 28 de agosto último la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA), que reúne a más de 200 publicaciones gráficas, nos envió un comunicado en el que nos invitaba a acompañarlos al congreso y, de paso, asistir a la Audiencia Pública en Tribunales para reclamar la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. 

Si bien la democratización del acceso a la información y la ampliación del alcance de los medios de comunicación independientes son causas por las que vale la pena seguir luchando, entendemos que alinearse en apoyo a un gobierno supone una actitud contradictoria al principio de “independencia”. ¿Si una revista cultural es independiente de un grupo económico, no debería serlo también de un gobierno? ¿Qué clase de crítica se podría hacer en torno a las políticas culturales si la línea editorial de una revista carece de autonomía con respecto al poder de turno? Queremos creer, a pesar de cierta dosis de escepticismo, que la sanción de la ley para fomentar las revistas culturales no será un mecanismo de control que sirva para detectar las revistas afines a un gobierno, cualquiera sea su bandera, y decidir así quiénes reciben un subsidio y quiénes no para hacer lo que el Estado considera un medio de difusión cultural.

En ese caso, seguiríamos siendo como esas hormigas obreras que trabajan y se esfuerzan para que el jardinero no nos expulse de su jardín florido.


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