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Año 7 / Número 26 / Junio 2019
entrevista

La lengua materna. Romina Paula habla sobre De nuevo otra vez 


La primera película de la dramaturga y escritora Romina Paula tuvo su estreno mundial en la última edición del Festival de Cine de Rotterdam. Conversamos con la autora sobre el lenguaje del cine, sobre las formas del tiempo y sobre el deseo y la intimidad de las mujeres. Durante junio, el film puede verse los sábados a las 22 hs. en el Malba y los domingos a las 19.30 hs. en el Centro Cultural Recoleta. 

Por Mariano Dagatti
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La historia es sencilla. Envuelta en una crisis de pareja, Romina, cuarenta años, viaja con su pequeño hijo Ramón a su casa materna en Buenos Aires para tomar aire y pensar sobre el futuro. El film, de ochenta y cuatro minutos, es el relato diario de ese suspenso amoroso: ¿se trata de una ruptura definitiva, de un instante de libertad, de unas vacaciones disfrazadas de indecisión? Mientras intenta descubrir en el refugio de la infancia los misterios del deseo y la filiación, la protagonista vive una cotidianidad tan amable como presumiblemente efímera. Revista Invisibles entrevistó a la directora –a través de un intercambio por correo– días después de su estreno en la cartelera porteña.
 
Invisibles: De nuevo otra vez es tu debut detrás de cámara. ¿Por qué decidiste hacer cine?, ¿hay algo que se puede decir en el cine y que no se puede decir en literatura o en teatro?

Romina Paula: No sé si hay algo que se pueda decir en el cine que no se pueda decir en otro lenguaje, pero seguramente no fue esa la razón por la que quise hacer una película. Más bien tenía una idea audiovisual desde hace un tiempo y la propuesta de Diego Dubcovsky de producirme una película le dio materialidad a esa idea. O sea que originalmente tenía una idea para una película, pero no sé si eso significa que no podría haber sido contada en otro lenguaje. En el teatro seguro que no, aunque imagino que el hecho de que los personajes hablen tanto y de que haya escenas de situación me viene de ahí. En narrativa puede ser. Es una película con muchas palabras, supongo que es mi deformación de dramaturga y escritora de narrativa. Y haber escrito el guión primero creo que también condicionó al film de alguna manera: la palabra apareció antes que la imagen. Sabía que quería filmar a mi mamá, eso no lo podría haber hecho de otro modo que de este.
 
Invisibles: La narración utiliza diferentes formas de testimonio: diapositivas, álbumes de fotografías, proyección de imágenes sobre los personajes. Se habla mucho en la película de la mirada y la voz de los otros como testigos. ¿Cómo pensaste esta cuestión que parece atravesar explícita pero no tan ostensiblemente la película?

Romina Paula: No existe cine sin testigos, ni tampoco arte, creo. ¿Hay obra de arte sin nadie que la consuma y la legitime como tal? Supongo que no. Creo que es la piedra fundamental del arte: contamos para dar fe de que existimos, para que quede algún registro y al mismo tiempo es necesario que ese registro sea visto por alguien para que tenga sentido. La vida sin nadie que la cuente, ¿cómo habrá sido antes de nosotros, del lenguaje? Imposible saber. Sin uno que haga y otro que mire no hay relato, o sea, no hay arte… ¿O sí? 
 
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​Invisibles: El tiempo es uno de los principales temas de tu obra. Los títulos de tus trabajos como dramaturga y escritora son explícitos: Agosto, El tiempo todo entero, Acá todavía; el de tu primera película también. ¿Qué sucede con el tiempo en De nuevo otra vez?  

Romina Paula: Por alguna extraña razón el cine, de las artes visuales, siempre fue el que se identifica como el más parecido a la realidad, mucho más que el teatro, por ejemplo, donde curiosamente, aunque el actor esté ahí en carne viva, el pacto con el espectador es mucho más demandante. No sé de dónde proviene esta idea absurda de que la imagen reflejada de un actor fingiendo ser otro es más convincente que ese mismo actor en carne y hueso también fingiendo ser otro. No sé con qué tiene que ver eso. ¿Vendrá de la fotografía? ¿De registrar la realidad como si fuera posible lo objetivo? Lo cierto es que lo que está quieto es, mientras lo que se mueve puede ser. O devenir.
 
Invisibles: Las diapositivas y los álbumes familiares le hacen ver a la protagonista el paso del tiempo, pero también la repetición: la madre que ahora es abuela, la niña que ahora es madre. ¿Cómo pensaste esta cuestión de la circularidad, de la repetición?

Romina Paula: Inicialmente creí que la película hablaba acerca de o retrataba a una mujer como yo, de mi generación. Pero avanzando en la escritura del guión me fui dando cuenta de que también era un retrato de una mujer como mi mamá, de esa generación, y en consecuencia de la maternidad como recurrencia y al mismo tiempo un comenzar de nuevo eterno, del que nada se sabe hasta que se vive e incluso entonces tampoco se llega a saber.
 
Invisibles: En tu película, la ciudad aparece como fondo de operaciones: un lugar casi vacío donde apenas vemos autos, muros y soledad. No parece haber otros habitantes más allá del personaje y su grupo. ¿Qué ciudad es esa y por qué decidiste firmarla de esa manera?

Romina Paula: Para mí esa es la periferia de la ciudad, un conurbano, el de los chalets; un lugar al que la gente se va a vivir para escapar del frenesí de la gran ciudad y termina relegada a la casa. Un conurbano en el que hay que caminar 10 cuadras para comprar un chocolate. Simbólicamente, funciona como el lugar de lo privado, en contraste con la ciudad que es el lugar de lo público y de lo anónimo. Me gustaba pensar que la protagonista viene de las sierras de Córdoba a la ciudad, pero en realidad la madre ni vive en la ciudad, sino en las afueras, y la ciudad es el lugar en el que pasan cosas, mientras que en la periferia el tiempo parece estar congelado. 
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Invisibles: El film se ciñe al círculo íntimo de la protagonista: su hijo, su madre, sus amigos.

Romina Paula: Es sin duda un film sobre la intimidad o la interioridad, donde por momentos el adentro se imprime afuera y no al revés. Y quería que fuera un relato no necesariamente anclado en un momento histórico específico, sino que pudiera suceder en cualquier momento de estos últimos 10 o 15 años.
 
Invisibles: El film está narrado, en su propio gesto autobiográfico, desde una posición de clase, que es la nuestra, la de la clase media urbana, y desde una posición de género, que es la de una mujer de clase media en la Argentina actual. ¿Por qué decidiste narrar desde ese lugar y para qué te sirvió?

Romina Paula: Decidí narrar desde el lugar que conozco, que es ese que describís, el de una mujer de clase media semiurbana diría yo, porque no soy ni me considero porteña, aunque viva en Buenos Aires desde hace muchos años. Creo que sólo podía contar esta película desde este punto de vista que me es propio. Ahora bien, ¿cómo se narra la primera persona en el cine? ¿Es esta una película en primera persona, aunque también esté yo en la pantalla? ¿Podría haber sido una película en primera persona si no estuviera yo en la pantalla? Como escribo narrativa así, me preguntaba mucho cómo sería la primera persona en el cine. ¿Es una subjetiva eterna? Para mí esta película es algo así como un retrato de una mujer como yo, ni siquiera de mí, porque no es mi vida lo que filmé. Hay procedimientos y hay técnica entre lo que llamaríamos la realidad y el objeto “película”. Diría que ese es el pacto de ficción que se establece con el espectador. La edición, el recorte de lo que se elige contar o mostrar.
 
Invisibles: Decidiste poner en escena una lengua materna bífida, que se mueve cómoda y familiar entre el alemán y el español. ¿Por qué?

Romina Paula: Lo de que mi mamá hablara en alemán fue una de las primeras cosas que supe que quería que estuvieran. Quería registrar eso, que es propio de mi familia o lo fue por muchos años, que fue propio de mi infancia y de algo así como mi identidad y ahora se extingue. Y tengo que ver con eso cuando decido no seguir hablándole en alemán a mi hijo. Y es tema en la película también, cómo de ese algo absurdo que es una nacionalidad fue quedando la lengua y la comida y el vínculo ya no tuvo nada que ver con la Alemania como país, la Alemania contemporánea. Nadie nunca quiso volver a vivir ahí, pero siguieron hablando esa lengua.

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Invisibles: En una entrevista contabas que tenías la sensación, mientras filmabas De nuevo otra vez, de que “estabas capturando algo que irremediablemente se extingue”. El título de tu película parece ser un conjuro contra esta extinción. ¿Qué se extingue y qué se repite de nuevo otra vez?

Romina Paula: Uno repite para no extinguirse, de eso no hay duda. Acá, lo que se extingue en apariencia, es esta lengua en esta familia. Y lo que se repite es el pase de posta en el momento que decido ser madre, de nuevo otra vez, me entrega la posta mi madre y yo me largo a andar, sin idea de nada, haciendo experiencia sobre la marcha.
 
Invisibles: El film narra la situación de una mujer que no termina de estar cómoda respecto a dos cuestiones al menos: la de la maternidad y la de la edad. ¿Por qué elegiste filmar estas cuestiones a partir de una separación, que no termina de saberse inminente o apenas imaginaria, deseada?

​Romina Paula: Quería contar esa suspensión entre decisiones: una mujer que decidió irse del hogar que formó por un tiempo con su pareja y regresar al hogar de su infancia. La película no cuenta qué va a decidir después. Me gustan esos momentos previos a la acción en la vida de la gente, el momento de potencialidad. Y en cuanto a lo de la posible separación, quería que fuera claro que ella no pone el problema afuera, en los otros, sino en la capacidad o no de leer su propio deseo, o sea, en definitiva, en ella misma. ¿Y quién es ella, después de los mandatos y el sentido común? Creo que esas son algunas de las cosas que me pregunto en esta película.

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